Transcribo un párrafo de sus resultados. “Una de la mayores fuerzas que obligan a estos jóvenes a seguir con su educación es la percepción de que la educación es el único medio de movilidad social que tienen.
Los jóvenes resilientes del Bañado Sur consideran que continuar con su educación y ser alguien es algo que harían no solamente por ellos mismos, sino también por su familia y su comunidad”.
Somos muchos los bañadenses que reflexionamos sobre la “movilidad social”. No en el sentido de un desclasamiento, sino precisamente como una insistencia en su clase social de bañadenses, pero con todas las mejoras en la calidad de vida que vendría de ello.
Esto está muy unido al arraigo, ese sentimiento profundo que todos los asuncenos no comprenden en nosotros. Vivimos en condiciones pésimas económicas, pero sabemos valorar las relaciones humanas que hay entre nosotros.
Y la educación en todas sus formas (la oficial, la formación como personas desde la escuela parte de un país, la profesional que nos puede llegar de fuera) nos ayuda como un medio importante y que no es el único para crecer individual y colectivamente.
Ante esta profunda convicción es, también, grande la denuncia que hemos de hacer. Desde el MEC y en la sociedad de afuera del Bañado, la educación que nos llega está desacreditada por su poco valor, lo mal que responde a las necesidades y casi el nulo horizonte que presenta para ejercer esa movilidad social.
No hay planes adaptados a la situación real del Bañado, la motivación no es profunda, la pedagogía especializada nula.
Y junto a profesores formidables que tenemos, hay también otros que por su poca valía llegan a nuestras aulas por “bocación” (con “b”) por no aceptarlos en otras parte.