Caracterizado por el aire tímido, pero encantador con el que maravilló en su papel de El graduado (1967), a lo largo de su carrera protagonizó otros filmes memorables como Todos los hombres del presidente (1976) y Rain Man (1988).
No se destacó por ser un galán carismático o un héroe invencible, sino que construyó su estrellato por representar, precisamente, todo lo contrario: El hombre dubitativo y temeroso que se mira en el espejo del baño y no tiene claro qué piensa de sí mismo.
Hoffman nació el 8 de agosto de 1937, en Los Ángeles, dentro de una familia judía y su primera conexión con el sépti- mo arte le llegó a través de su padre, quien trabajaba como técnico en el estudio Columbia.
La juventud de Hoffman, que siempre se calificó como un mal estudiante, bailó en diferentes pistas, comenzó la carrera de medicina y también quiso ser pianista, y finalmente se decantó por la interpretación.
Con esa idea se mudó en los 60 a Nueva York, donde el circuito teatral alternativo del Off-Broadway le premió con sus primeros papeles mientras se curtía en la exigente escuela Actors Studio.
La vida de Hoffman dio un vuelco cuando el director Mike Nichols le escogió para interpretar a Ben Braddock, el confundido joven que se convertía en el objeto de seducción de la señora Robinson (Anne Bancroft) en El graduado, filme que cosechó un gran éxito y a partir del cual se convirtió en una cara muy solicitada. EFE