No solo es inmoral y condenable desde todo punto de vista que los intendentes se roben los recursos del Fonacide. Una educación paraguaya pobre, mal administrada y que reconoce a través de sus autoridades que los alumnos “no aprenden nada” tenga que soportar además el robo descarado de los escasos recursos… es demasiado.
Y lo peor es que algunos cínicos reconocen abiertamente la ilegalidad de su comportamiento como el intendente de San Bernardino, que usó los recursos no para reparar aulas o construirlas sino para pagar los salarios de sus funcionarios. Eso se llama en una República malversación de fondos y es un delito por el cual tendría que estar procesado. Zubizarreta, que de tonto no tiene nada, sabe muy bien lo que ese acto significa, pero no se siente preocupado cuando afirma: “Por qué tanto lío... si saqué dinero de un bolsillo para colocarlo en el otro”. Es desfachatado, ¿no? Pero, lo peor es que no tenga consecuencias. Es un opositor, del PLRA, el que lo afirma y su actitud es refrendada por otros colegas suyos del partido de gobierno quienes afirman: “Si este que es un letrado opina así, yo que soy un tonto y analfabeto ¿por qué tendría que ser recto?”.
El país de los dos bolsillos o de otros más no es democrático ni se acerca al concepto de una República. Si la malversación de fondos es “zoncera rei”, sin costo legal ni moral, ¿qué podríamos esperar los mandantes de este tipo de mandatarios? Y por qué deberíamos estar tributando si finalmente nuestros administradores reconocen que nuestro dinero puede ir de un bolsillo a otro sin ninguna consecuencia. Estamos cerca de las elecciones municipales y muchos de estos sinvergüenzas quieren ser reelectos. Es tiempo de hacer uso de la memoria y de castigarlos en consecuencia. Si no lo hacemos, no nos quejemos de que nos roben los recursos de un bolsillo a otro.
Están robando no solo algo material y circunstancial sino el futuro de un país. La ley del Fonacide tiene que ser cambiada. Los administradores actuales no sirven y además proclaman su inmoralidad a voces sin temor al escarnio popular. Lo que quieren decirnos es que la educación es intrascendente, que los fondos destinados a ella pueden ser colocados en cualquier otra tarea secundaria sin tener la repulsa ciudadana ni el castigo de la justicia. Si detrás de nuestro problema de salud, civismo, economía y pobreza está la educación, ¿cómo pretender cambiar esta realidad cuando un intendente con capacidad de separar lo justo de lo injusto dice abiertamente que los fondos pasaron de un bolsillo a otro sin ninguna consideración ni costo alguno? Zubizarreta, como otros colegas suyos, ha malversado recursos de todos y debería ser procesado. Al cínico no solo hay que exponerlo públicamente sino hay que castigarlo porque el ejemplo que envía es todo lo opuesto de lo que se espera en una democracia y en una república. Ellas se merecen administradores probos, no cínicos y honestos, no delincuentes.
Es hora de revisar los bolsillos de nuestros administradores para saber con cuánto se quedan cada vez que pasan por la administración pública y para castigarlos cuando usan fondos asignados para un propósito tan noble en fines tan espurios.
No hacerlo es asentir el robo descarado al país y su futuro.