20 abr. 2024

Donald Trump es el rostro del populismo victorioso

AFP

Triunfal.   Trump se convirtió en el presidente número 45 y el más viejo de Estados Unidos.

Triunfal. Trump se convirtió en el presidente número 45 y el más viejo de Estados Unidos.

WASHINGTON - EEUU

Con el puño alzado, en las escalinatas del Capitolio, Donald John Trump cierra su discurso de investidura. De estilo ofensivo y ecos nacionalistas, que rompen con la solemnidad del acto, es el rostro victorioso del populismo que accede al poder en la primera potencia mundial.

Rodeado por su omnipresente clan familiar, Trump ingresó a la Casa Blanca con los mismos eslóganes de su campaña Primero Estados Unidos y Devolver a Estados Unidos su grandeza.

Donald Trump escribe una de las más increíbles páginas de la historia de su país, la de la llegada a la presidencia de un hombre sin ninguna experiencia política previa, cuyas salidas xenófobas y sexistas causan escándalo, pero que provoca el entusiasmo de una parte de Estados Unidos.

“De algún modo, él y yo somos lo opuesto”, dijo Barack Obama. De hecho, es muy difícil imaginar a dos hombres más diferentes: El primer presidente negro de la historia de EEUU, elegante de manera natural y brillante intelectualmente; y el millonario de curiosa cabellera rubia, corpulento, amante de las frases brutales y las palabras simples.

Instinto político. En política, Trump actúa como un impulsivo y no trata de disimular un ego desmedido. Pero es ante todo un instintivo que logró captar la rabia y la frustración de una parte de EEUU, la de la clase obrera blanca que se siente desclasada, víctima de la globalización. Trump prometió que hará volver las fuentes de empleo a EEUU. Después de su elección y antes de asumir la presidencia, presionó a las empresas y obtuvo algunos resultados con fabricantes de automóviles que anunciaron inversiones y la voluntad de repatriar fábricas instaladas en México. Pero tiene poco en común con aquellos a los que pretende representar y defender ante el establishment al que critica hasta la saciedad.

Antes de llegar a la Casa Blanca, vivía en un lujoso tríplex en lo alto de la Torre Trump, en Manhattan, viajaba en avión privado y se permitió gastar 50 millones de dólares de su fortuna personal en la campaña electoral. De 70 años, es el más viejo de los presidentes, pero muestra una energía inagotable.

Hombre de Moscú. A lo largo de la campaña, tomó el control del partido republicano. Uno a uno, los caciques que lo calificaban de “charlatán” o de “impostor” se le fueron plegando y tuvieron que tragar muchos de los sapos de su retórica simple.

¿La inmigración es un problema? Hay que construir un muro en la frontera con México y expulsar a 11 millones de indocumentados.

¿El terrorismo es una amenaza? Hay que prohibir el ingreso de migrantes procedentes de países riesgosos. Negros, hispanos, minorías, extranjeros, todos están preocupados. En la geopolítica compleja del siglo XXI, propugna un acercamiento con Vladimir Putin, para muchos republicanos el enemigo de Estados Unidos.

La verdad de sus vínculos con Moscú es objeto de todo tipo de especulaciones. Los servicios de inteligencia están convencidos de que los rusos trataron de favorecer su campaña pirateando las comunicaciones del partido demócrata y de Hillary Clinton.

La familia ante todo. Nacido en Nueva York, es el cuarto de cinco hijos de un promotor inmobiliario. Temprano fue enviado a una escuela militar para intentar calmar su temperamento volcánico. Tras estudiar negocios, se unió a la empresa familiar. Su padre lo ayudó con lo que Trump denominó “un pequeño préstamo de un millón de dólares”.

Tomó el control del negocio familiar en 1971 e impuso su sello. Si su padre construía apartamentos para la clase media, él prefirió las torres de lujo, los hoteles-casinos y los campos de golf, de Manhattan a Bombay. Donald Trump no sería nada sin su familia, primer anillo en sus negocios y en la política.

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