Vanessa Rodríguez | Misiones
En 1971, don Cecilio compró por G. 5.000 un contrabajo de segunda mano en su pueblo y de inmediato integró un grupo musical que tenían sus primos en Santa Rosa Misiones. Llevando serenatas con sus colegas conoció a Eladia Erna Romero, con quien se casó y tuvo 12 hijos: 8 varones y 4 mujeres. Los mantuvo con su trabajo en la chacra y con la música los fines de semana.
A pesar de que la tecnología incursionó fuertemente dentro de lo que es la música, haciendo compactos instrumentos musicales como el bajo electrónico, las baterías y otros instrumentos, Cecilio, desde que adquirió su contrabajo y sin adecuarse a los cambios tecnológicos, logró marcar un diferencia con el mismo instrumento.
“Se le nota el paso de los años, pero el sonido es siempre nítido y maravilloso”, explicó su hijo Daniel Aguiar, también músico. El joven recordó una anécdota sobre el momento en que viajaron a Buenos Aires. En las terminales de ómnibus la gente se acercaba a tomarle fotos a don Aguiar y a su añejo contrabajo, relató.
El destacado músico vive en San Juan Berchmans, compañía que pertenece a Santa María Misiones, hasta hoy en día y no tiene intenciones hasta el momento de cambiar su paradero.
Mediante su trayectoria artística con su contrabajo, actualmente seis de sus hijos han conformado un grupo musical denominado “Francisco Javier y Los Aguiar” del cual don Cecilio forma parte con su histórico instrumento musical y a la vez amigo de batallas.
Don Cecilio afirmó orgulloso que no venderá su instrumento debido a que lleva con él 45 años de su vida y lo considera como una extensión de su alma. Reconoce a su elemento de trabajo como una reliquia para la familia que, cuando él ya no esté, servirá para recordarlo.
Aunque el tiempo pase y la tecnología vaya avanzando, ver el contrabajo es como notar la presencia de don Cecilio, tiempo en que se refleja una rara simbiosis entre el hombre e instrumento.