En un extremo, está la Catedral celebrando la novena de la patrona de Asunción.
En el otro miles de campesinos que la utilizan para comer, descansar y tomar fuerzas para defenderse pacíficamente amenazados de deudas.
En las dos partes de la plaza está Dios, pero con una diferencia.
Unos van a expresar su amor a Nuestra Señora de la Asunción y a rendirle homenaje.
Otros se reúnen preocupados porque con las deudas contraídas pueden quedarse sin tierras y un campesino sin tierra es nada.
He orado mucho sobre las dos situaciones y me he preguntado ¿en un caso semejante que hubiera hecho Jesús?
¿Jesús? Hubiera ido a dar un beso a su madre, pero pronto se hubiera unido con los campesinos para recorrer pacíficamente las calles de Asunción, deteniéndose en los cruces de calles para que todos comprendieran la necesidad campesina de la condonación, aguantando el malhumor de los automovilistas detenidos en su marcha.
¿Qué significa todo esto?
Que animo a todos a asistir a la novena en honor de la Virgen, pero que estén los campesinos.
Sería interesante que después de una homilía del novenario hablara un campesino. Son laicos, pero ¡qué laicos con fe bien arraigada!. Y que sencillamente nos dijera porqué han venido a Asunción. En guaraní se expresaría tan bien como Jesús, que tampoco fue a la universidad.
Otra sugerencia, que en las misas se pidieran víveres no perecederos que se entregarían en la Catedral. Y que al día siguiente dieran a los coordinadores de los campesinos para que todos se alimentaran un poco mejor cada día.
Tercera sugerencia, que con esos víveres al acabar la novena fueran desde la Catedral a donde están los campesinos y se los entregaran hablando con ellos. Descubrirían allí a Jesús.