La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, dio ayer un nuevo impulso a los programas sociales en un intento de tender la mano a sus bases, a las que quiere reactivar de cara a la eventual apertura de un proceso de destitución en su contra y la posible llegada al poder del vicepresidente Michel Temer.
Con motivo del Día de los Trabajadores, Rousseff anunció un reajuste del 9 % en la asignación del Bolsa Familia, el programa bandera del Gobierno de combate al hambre, y un ajuste al impuesto sobre la renta que beneficia a los asalariados.
En la que podría ser la recta final de su mandato, la jefa de Estado ha intensificado el contacto con los grupos de izquierda y deberá anunciar a lo largo de la semana más medidas de carácter social, una especie de “paquete de bondades” con el que pretende recuperar el respaldo de sindicatos, movimientos sociales y las propias bases del Partido de los Trabajadores (PT).
Estos grupos están desencantados con Rousseff por el escándalo de corrupción que ha salpicado al PT, por las medidas de austeridad propuestas por la presidenta para sanear las cuentas y por la grave crisis económica que vive el país, la cual ha provocado un alza del desempleo y un aumento de la inflación.
Esas cuestiones se colaron en el Día de los Trabajadores, que contó con manifestaciones en todo el país, tanto a favor de Rousseff como en contra.
El PT, por su parte, ha comenzado una movilización de cara a una eventual gestión de Temer, quien sucedería a Rousseff si esta finalmente es apartada de su cargo, y ha intensificado el mensaje de que un juicio político es un “golpe” de Estado porque la mandataria no cometió ningún “crimen de responsabilidades”.
“Es un golpe especial, no es golpe con armas y tanques en las calles, como ya vimos. Ellos rasgan la Constitución”, aseguró Rousseff en Sao Paulo durante el acto organizado por la Central Única de los Trabajadores (CUT), el mayor gremio obrero del país.
La mandataria volvió a criticar duramente al presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, y dijo que la oposición se alineó con los traidores, en referencia a Temer, para realizar unas “elecciones indirectas”.
No obstante, la jefa de Estado advirtió que “resistirá y luchará hasta el final”, como, según recordó, hizo durante la dictadura, época en la que pasó casi tres años presa y sufrió torturas por sus vínculos con un grupo que se alzó en armas contra el régimen. efe