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BRASILIA - BRASIL
El anuncio no fue efectuado el viernes no por mala voluntad de la presidenta Dilma Rousseff, tras la filtración de los nombres que integrarán su nuevo equipo económico. Según fuentes del Partido de los Trabajadores (PT), la mandataria quiere anunciar esta semana, junto a los nuevos titulares del ministerio de Hacienda, de Planificación y del Banco Central, los nombres de los presidentes de los estatales Banco do Brasil y Caixa Econômica Federal.
El paquete completo reforzará las percepciones positivas del mercado, aunque dejará en claro que los bancos públicos continuarán teniendo un papel importante. No se habla de una sustitución del titular del BNDES, Luciano Coutinho.
GANA EL PRIMER ROUND. Incluso sin que haya habido anuncio el viernes, las opciones escogidas por Dilma tienen sentido. La mandataria sorprendió al mercado, aliados y adversarios con la designación de Joaquim Levy, Nelson Barbosa y Alexandre Tombini, ganando el primer round, el de las expectativas.
Las reacciones de la bolsa y del mercado cambiario hablan por sí solas.
Ya habían sido positivas respecto a los nombres de Luiz Trabuco y Henrique Meirelles y la hipótesis de Alexandre Tombini en el Ministerio de Hacienda, registrada por esta columna, pero fueron aún más positivas ante el trío, aunque no esté claro si Levy va a Hacienda y Barbosa a Planificación, o viceversa.
NUEVO RUMBO. Sea como fuera, las designaciones sugieren cambios importantes en la orientación del gobierno de Dilma en su segundo mandato. Fortalecimiento de la fórmula inflación controlada, cambio libre y rigor fiscal, con superávit robusto. Pero de forma gradual (como viene haciendo Tombini en el Banco Central con la política monetaria), sin shocks que comprometan la recuperación de la actividad y la continuidad de las políticas sociales. Al contrario de lo que sugieren críticos de izquierda, según dijo una fuente del mercado financiero, en la medida en que se alejen las desconfianzas económicas, más espacio habrá para avanzar en lo social.
Habrá más autonomía para el equipo económico, con la presidenta interfiriendo menos en las decisiones, lo que era facilitado por su proximidad y confianza con Guido Mantega y el temperamento más solícito del actual ministro. Estas habrían sido premisas acordadas en las invitaciones a Barbosa y a Levy, que tienen restricciones a los malabarismos fiscales y a la liberalidad en el gasto público, sin llegar al rigor de un Armínio Fraga.
Mayor sintonía con el ex presidente Lula, que será más escuchado en los temas económicos. Dilma no escuchó su pedido por Meirelles, de quien no gusta demasiado, y Trabuco, también defendido por Lula, rechazó la invitación. Pero el banquero aconsejó perfiles como los de Levy y Barbosa, con quien Dilma incluso tuvo desencuentros puntuales en el pasado. Los superó en nombre de la necesidad.