29 mar. 2024

Diez años sin Lobito Martínez, navegante de los sonidos de la luz

HOMENAJE. Un 25 de enero de 2003 resultaba trágicamente asesinado el pianista y director de conjunto Jorge Lobito Martínez, una de las más destacadas figuras musicales que diera nuestro país

tapa correo 12-01-2013

<h2>Un músico muy completo</h2>

Carlos Schvartzman

Músico

Conocí a Lobito en el Colegio Internacional en donde él y yo eramos alumnos (yo estaba en dos o tres cursos más adelantados que él), así como también su hermano Rubén Darío (“Lobo”). Su apodo le fue otorgado por el parecido de su cara con el hijo del “Lobo Feroz”, que se llamaba “Lobito”, uno de los personajes de historietas de Walt Disney, que aparecían en la revista “El Pato Donald”.

Su hermano mayor, Rubén Darío, recibió también un apodo, el de “Lobo”, tal vez por ser más alto y grande físicamente que Lobito. En esos días del colegio, Lobo tocaba (como en sus primeros grupos) el bajo eléctrico, Lobito, los órganos del momento (pero también piano acústico), y yo, guitarra. Alguna que otra vez tocamos todos juntos.

Jorge “Lobito” Martínez tenía ya desde los 14 o 15 años un oído prodigioso y mucho talento para la música popular. Fue alumno mío (a pesar de la poca diferencia de edad) de Armonía Tradicional, armonía de jazz, y yo lo fui alimentando con ese sonido particular de “jazz”, ya que lo introduje a dicho estilo. Vivía en esa época con sus padres en el barrio Sajonia, sobre la Avda. Carlos A. López (década del ’60). Su padre fue el famoso folklorista cantante y autor de canciones, Eladio Martínez. Yo (que vivía en pleno centro) llevaba mi guitarra criolla (española) a su casa, y él tocaba el piano acústico vertical que tenía y practicábamos copiando discos de Wes Montgomery, en un principio. Un poco después ya estaba tocando en el famoso grupo “Los Aftermad’s” como tecladista, creo que en reemplazo del Arquitecto John Baldwin (el padre del ahora famoso dibujante que trabaja en los estudios de Disney, Joaquín). Paralelamente, y sobre todo una vez que dejó a “Los Aftermads”, se dedicó a tocar jazz en piano (generalmente eléctrico). Al mismo tiempo, comenzó estudios serios académicos de piano clásico, y se recibió de Profesor Superior, dando su concierto de graduación en el Unión Club.

Habiéndo sido yo (creo) el primer paraguayo que salió a estudiar música popular contemporánea y jazz al exterior, específicamente en la Universidad “Berklee College of Music”, en Boston, Massachusetts, EE.UU., a mi vuelta insistí a Lobito que estaba más que preparado para ir a Berklee directamente a cursos superiores. Para entonces yo había formado un grupo que llamé “Strongwind”. A veces fuimos un quinteto y a veces un cuarteto. Lobito era el pianista. Tocamos en muchos jazz pubs como “Picadilly” y el legendariio “Siddharta” (el primer jazz pub del Paraguay). En el Siddharta yo actuaba con mi trío de jazz (guitarra/piano, Mario Rodríguez en bajo eléctrico, y “Bicho” Chase en batería) tres noches por semana, jueves a sábado. A veces, integraba con nosotros Lobito en el piano, un piano del dueño, Luis Acosta, un vertical blanco. Allí tuvimos el honor de tenerlos nada menos que Dexter Gordon y su cuarteto, quienes fueron al pub (increíblemente) a escucharnos y tomar algo. El año era 1980. Después con “Strongwind” fuimos lo que hoy se denomina “teloneros” del Billy Harper Quintet, que vinieron traídos por la Embajada de los EE.UU. Esa vuelta tocamos exclusivamente temas míos y dos de Lobito. Compartimos escenario en Asunción con Phil Woods, Barney Kessel, Bill Goodwin, Carlos Franzetti, Ricardo Lew, todas estrellas internacionales de jazz (los dos últimos, argentinos, y mi tocayo y amigo Franzetti radicado desde hace muchas décadas en New York).

Lobito asistió a un taller de meses de duración de la filial de Berklee en Bs.As., Argentina. Allí, salió seleccionado como uno de los mejores y le fue concedido un 10% de una beca para asistir al Berklee en Boston. Después de mucho trajinar, consiguió una beca Fullbright y pudo viajar y estudiar (ya a nivel profesional) en Berklee. Su “Major” (especialización) fue: “Intérprete”. Radicado luego un tiempo en EE.UU. realizó dos producciones discográficas y algunos arreglos para un arpista uruguayo que tocaba música popular con un arpa paraguaya, llamado Roberto Perera. A su vuelta, fue contratado por ABC Color para producir y hacer arreglos de una serie de CDs que fueron lanzados, con lo que cumplió enteramente (así me lo comentó) con “devolver” a la sociedad paraguaya durante dos años mediante su talento, el intercambio de haber sido elegido para accedeer a la beca Fullbright en nuestro país y viajar a Berklee. En algunas de esas grabaciones Lobito me contrató como arreglador y trabajamos juntos (el CD de guaranias, el de “Canción para Mamá”, y el de canciones infantiles).

El fuerte de Lobito (además de su prodigioso oído), consistía en que era un músico muy completo, que tocaba con alta precisión y sentimiento, y era muy versátil. Conocía mucho de armonía moderna. Participó como pianista en varias grabaciones que realicé con mis arreglos, en donde las partes que le escribía para piano eran leídas casi a primera vista (algo que ambos solíamos practicar mucho en su casa, ya en la propia, y en donde encontró la muerte). Lobito podía ejecutar bien jazz, polkas, guaranias, música popular, y temas con un toque “clásico”, aunque nunca fue propiamente un concertista clásico, con excepción de su concierto de graduación anteriormente mencionado.

Lobito fue una persona de una personalidad introvertida, a veces compleja, y era muy reservado. En algún momento de su trayectoria vino a mi casa (yo ya estaba casado con un primogénito, después vinieron dos más) y me consultó con dudas si él era “realmente” un pianista de jazz, o debería enfocarse a conciertos de música clásica. Recuerdo nítidamente sus palabras en mi estudio particular, en donde también daba clases a mis alumnos particulares: "...Tide Smith es un pianista de jazz...., yo no estoy seguro de que lo soy...”. Menciono esto sólo para hacer entender que llevaba esa “duda músico-existencial”.

Tengo muchas, muchísimas grabaciones inéditas de Lobito en mis grupos de jazz, en ensayos, en ensayos de grabaciones que luego se realizaron en estudios profesionales, etc., que algún día espero (con ayuda de algún productor) lanzar en CDs.

Extraño aquellos días en que nos juntábamos para estudiar juntos, transcribir solos de jazz e intercambiarlos, escuchar CDs de jazz, analizar, y probar todo en talleres de jazz que hacíamos. Será siempre recordado como un gran músico.