29 mar. 2024

Diálogo y no guacha

Las palabras diálogo, acuerdo, negociación, forman parte esencial del diccionario político. Sin ellas, es imposible echar a andar ningún plan que involucre a todos los sectores de la sociedad, y especialmente los que por su naturaleza están en conflicto permanente.

Estas palabras están peligrosamente ausentes del escenario nacional porque quienes apelaron a dicha herramienta la han degradado y hoy el diálogo, la negociación y el acuerdo son sinónimos de transa, componenda o negociado.

Las reuniones políticas están bajo sospecha permanente. Si hay encuentros de líderes partidarios, la ciudadanía se pregunta qué estarán tramando, o qué parte de la torta se están repartiendo.

Y con justa razón. Los partidos no son sino empresas privadas disputadas por grupos que tras alzarse con el poder se quedan con todo: dinero de la corrupción, cargos en el Estado, jueces, fiscales, ministros de Corte y buena vida a costa del contribuyente.

Los políticos (y sus secuaces de cualquier ámbito de la sociedad) se han encargado de prostituir y destruir esta valiosa y noble herramienta.

Esta semana ha sido reveladora en hechos que reclaman el retorno al diálogo sensato para destrabar nudos gordianos que impactan en las instituciones.

EL JUICIO A LA CORTE. El proceso legislativo de destitución a los ministros Sindulfo Blanco, Óscar Bajac y César Garay Zuccolillo ya tiene ribetes de comedia en el Senado. El martes debía reanudarse la sesión para escuchar la defensa de Blanco, pero apenas se presentaron 12 de los 23 senadores necesarios para el quórum, del total de 45.

El juicio a la Corte no solo genera división política, sino ha desatado una disputa entre el Poder Judicial y la Fiscalía. En medio del proceso político, fiscales imputaron al alto magistrado por prevaricato y los jueces pegaron el grito al cielo, en una defensa corporativista llamativa.

Los senadores que defienden a los ministros asumen que cargan una mochila muy pesada. Temen que en cualquier momento aparezca una cámara oculta demostrando la corrupción de uno de los enjuiciados, especialmente de los dos ministros liberales. De todos modos, ese temor es infundado: ningún juez se animará a autorizar semejante investigación porque forman parte de la misma cofradía.

A esta situación de anomalía institucional se llegó por falta de acuerdo político amplio. El presidente Cartes y el liberal Blas Llano acordaron el juicio bajo la mesa, cuando el proceso debía ser transparente e incluyente. Cartes, por equivocado consejo de sus asesores, no quiere “meterse” directamente en el tema por experiencias anteriores del cuoteo vergonzoso.

Pero es inevitable que el Ejecutivo y el Legislativo se pongan de acuerdo para enjuiciar a ministros de la Corte. La arquitectura constitucional así lo establece. Es una cadena inevitable.

Dialogar y negociar no implican necesariamente componenda. De lo contario pasa esto: ministros bajo la espada de Damocles de un juicio interminable, que solo da pie a chantajes de ambos lados.

LA SOJA. El impuesto a los granos en estado natural, conocido como impuesto a la soja, es otro de los grandes temas utilizados como arma política, pero no como tema de diálogo, negociación o consenso. A cada tanto, un grupo político plantea el asunto, se levanta una gran polvareda y va a parar al archivo.

Este impuesto no será aplicado a no ser que exista un gran acuerdo político porque los agroexportadores son una fuerza económica poderosa. El Gobierno cartista ya bajó líneas en este sentido. Ni impuesto a la soja porque puede desalentar su producción ni impuesto al tabaco porque beneficiará al contrabando. Por tanto, se deben buscar otros caminos o porqué no, usar como arma de negociación como trueque para satisfacer a las partes. En tanto, es simple bala de fogueo.

ANR. En un pleito más doméstico, en este caso del partido de Gobierno, días pasados asumió la nueva cúpula encarnada en el ultracartista Pedro Alliana. La disidencia dirigida por Mario Abdo Benítez no asistió al acto de proclamación. Luego se conformó la Comisión Ejecutiva con mayoría oficialista confirmando el quiebre en el partido. Pero en el escenario colorado el reclamo del diálogo es pura propaganda porque las aguas están divididas. Alliana es el representante puro de Cartes en el partido. Es una plastilina moldeada a gusto y paladar del presidente, por tanto se sabe qué representa. En tanto, Marito es un adelantado precandidato presidencial que construyó y sigue cimentando su liderazgo en base a los errores del Gobierno. Ayer nomás destacó la ausencia del diálogo y anunció trabas al Ejecutivo, especialmente en la emisión de bonos soberanos. Aquí ya se juegan las primeras batallas del 2018 con fuerte impacto en un Gobierno que no solo no apeló al diálogo sino lo repudió como herramienta de relacionamiento político. La ruptura en la ANR no hará sino complicar lo que resta del mandato y eso puede significar la paralización del Gobierno.

La gestión gubernista depende de la capacidad de destrabar obstáculos y el diálogo es la herramienta clave para ello.

No las guachas.

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