Juana Servián, representante del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), explicó que la destrucción se realiza en el predio de la institución donde se encuentra una fosa.
“Aquí tenemos 24 metros cuadrados de una fosa, de seis metros de profundidad, donde los tomates son colocados con cal viva para lograr su desnaturalización. Luego se coloca devuelta una capa de tierra porque lo que se hace aquí es un entierro fitosanitario”, señaló Servián a Telefuturo.
Agregó que la destrucción se debe hacer ya que es imposible realizar la donación del producto, primero porque se contradice a lo que señala la ley y además porque podría representar un daño a la salud, ya que no existen datos sobre la calidad del mismo.
“Estos productos llegan sin ningún permiso sanitario que habilite su ingreso al país, estos tomates ya llegan en malas condiciones, primero porque la ley no permite y porque puede afectar a la salud de la ciudadanía”, indicó.
Luego de que se realice el entierro total del producto, el mismo se convierte en abono natural. De todos modos, los profesionales se encargan de realizar un monitoreo permanente.