28 mar. 2024

Después de Miranda y Bolívar, Goñi quiere cerrar con la Batalla de Ayacucho

Miami (EE.UU.), 18 nov (EFE).- Después de haber escrito sobre Miranda y Bolívar, el español Fermín Goñi quiere cerrar el tema con una obra sobre Ayacucho, la batalla final del proceso emancipador de Suramérica, que comenzó con retraso porque los contendientes querían despedirse de sus familiares y amigos en el bando contrario.

Fermín Goñi, escritor español. EFE/Archivo

Fermín Goñi, escritor español. EFE/Archivo

Goñi, nacido en Alsasua (Navarra, norte de España) en 1953, se encuentra en Miami para participar en una charla sobre la Guerra Civil española en la Feria del Libro inaugurada el pasado domingo.

También va presentar hoy en una universidad privada la novela “Todo llevará su nombre” (2014), en la que relata los últimos días de Simón Bolívar y con la que continuó de alguna manera “Los sueños de un Libertador” (2009), sobre Francisco de Miranda.

En una entrevista con Efe, Goñi, un viajero incansable que ama especialmente a Venezuela, Colombia y Puerto Rico, afirma que su obra sobre la decisiva batalla que tuvo lugar en Ayacucho, cerca de Lima, el 9 de diciembre de 1824, está todavía en estado “embrionario” y la escribirá cuando encuentre el tiempo para hacerlo y a la novela le “llegue el momento”.

“Ese momento no ha llegado todavía”, subraya el escritor navarro, quien está interesado en cerrar “esta pequeña trilogía”.

Goñi ya ha estado en Ayacucho y cuando le llegue la “llamada” de la novela pretende quedarse un tiempo en el lugar y estar allí el mismo día en que se libró la batalla que aseguró la independencia de Perú y supuso el fin del dominio español en Suramérica como hizo cuando escribió “Todo llevará su nombre”.

El escritor estuvo en tres ocasiones en la quinta de San Pedro Alejandrino, en las afueras de Santa Marta (Colombia), donde el Libertador murió el 17 de diciembre de 1830, una de ellas en la fecha de su muerte.

Goñi vio salir y meterse el sol en la quinta. Por la noche durmió en una hamaca en lo que, según dice, parece un “parque temático”, para conocer cómo era el ambiente y empaparse de los sonidos, los olores y los colores que rodearon al Libertador en su muerte.

“Abraham Ortelius, que fue el cartógrafo de Felipe II e hizo el primer compendio de mapas del mundo conocido de entonces, decía que la geografía es el ojo de la historia y tenía toda la razón”, subraya.

Goñi cree que para escribir novela histórica es “absolutamente necesario” conocer los sitios en los que ocurren los hechos, recorrerlos, y no guiarse solo por referencias.

De la Batalla de Ayacucho le interesa mucho la idea de que no luchaban soldados llegados de España contra suramericanos, sino que estaban “todos mezclados” y había familias con miembros en uno y otro bando y amigos también “uno enfrente de otro”.

Según dice, tan es así que a la hora prevista para el inicio de la batalla se acordó una tregua para que los contendientes pudieran despedirse de sus amigos y familiares del lado contrario.

El comandante del ejército independentista fue Antonio José de Sucre y el del “realista”, José de la Serna.

Después de una hora un general le dijo al del bando contrario: mi general, vamos a dar la guerra, relata.

Si tiene que elegir entre uno y otro, Goñi prefiere como personaje histórico a Francisco de Miranda que a Simón Bolívar, aunque este último es quien más impacto y reconocimiento ha tenido.

“Bolívar es el personaje americano de habla española que más repercusión ha tenido en la historia”, señala, pero Miranda es el “personaje con la mejor vida que he encontrado en la Historia Universal”.

Aparte de sus méritos como militar, tanto con el Ejército español como con el revolucionario francés y en las tropas libertadoras, intelectualmente era brillante. Tenía una biblioteca de más de 5.000 volúmenes y hablaba francés, inglés, italiano, español, latín y griego.

Aunque fue más importante, es Bolívar, que “fue su alumno aventajado”, el que ha pasado a la historia como el Libertador de América.

El nombre de la novela guarda relación con la cantidad de cosas que llevan el apellido de Bolívar, desde un país (Bolivia) hasta un submarino nuclear de Estados Unidos, pasando por ciudades, estaciones de metro, aeropuertos y monedas, pero además en el mundo existen más de un centenar de monumentos dedicados a su figura.

Incluso, el perro San Bernardo del Pato Donald se llama Bolívar en inglés, dice.

Sobre el “culto” a Bolívar en Venezuela, Goñi afirma que el Libertador es una “deidad”, el “bolivarismo”, una religión, y su profeta máximo, Hugo Chávez, presidente de Venezuela desde 1999 hasta su muerte en 2013.

“La revolución bolivariana es una contradicción en términos”, agrega Goñi, quien opina que si Bolívar levantara la cabeza se moriría de la vergüenza con algunas de las cosas que han hecho en su nombre, subrayó.

En sus últimos tiempos, el Libertador era consciente de que si se quedaba en Suramérica sus enemigos lo iban a asesinar. Soñaba con escapar a Londres, donde existe un Bolivar’s Hall, que es en realidad la casa de Miranda, otro ejemplo de cómo la figura del alumno se impuso a la del maestro, de acuerdo a su teoría.

Ana Mengotti

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