Choi accedió a la Oficina del Distrito Central de Seúl con el rostro cubierto entre un gran despliegue mediático y las protestas de algunos ciudadanos, según las imágenes ofrecidas por la televisión nacional KBS.
Los fiscales sospechan que Choi, que no ostenta cargo público alguno, podría haber aprovechado su relación personal con la presidenta para acceder a documentos confidenciales e intervenir de forma oculta en asuntos de Estado.
También creen que, usando sus vínculos con Park, presionó a empresas para donar generosas subvenciones a dos organismos estatales (las fundaciones Mir y K-sports) y posteriormente se apropió de parte de los fondos.
El caso, al que los surcoreanos denominan “Choi Soon-sil Gate”, ha desencadenado la mayor crisis política a la que se enfrenta la presidenta Park desde que asumió el poder en 2013.
El sábado miles de personas (100.000 según los convocantes y 4.000 según la policía) se manifestaron en el centro de Seúl para pedir su dimisión.
La indignación de gran parte de los surcoreanos, incluidos parte de sus votantes y miembros de su partido, responde a la creencia de que la presidenta ha estado manejada durante su mandato por esta persona ajena al Gobierno y con un peculiar trasfondo familiar.
Choi Soon-sil es hija de Choi Tae-min, líder de la secta religiosa “Iglesia de la Vida Eterna” fallecido en 1994, y exmujer de Chung Yun-hoi, quien trabajó como asesor para Park cuando ésta era diputada y hasta 2013.
Parte de los surcoreanos se han comenzado a plantear cuál es la relación tanto de la jefa de Estado como de Choi con la citada secta -un extraño culto que mezcla varias religiones- y la aceptación de la presidenta ha bajado estos días de más del 50 por ciento a menos del 20 por ciento, según las últimas encuestas.
El escándalo comenzó al descubrirse que Choi Soon-sil podría haber usado su vínculo con la presidenta para asegurar a su hija privilegios en la universidad y la entrada en el equipo nacional de doma de caballos.
Más tarde se encontraron documentos que prueban que Park envió varios discursos a su confidente para que se los editara, lo que provocó que la jefa de Estado pidiera disculpas públicamente ante la indignación generalizada.
Tras entrar en el caso la Fiscalía realizó redadas en las oficinas de colaboradores de Park en la Casa Azul, su residencia oficial en Seúl, donde incautó documentos y ordenadores.
La presidenta, por su parte, ordenó el viernes el cese de todo su equipo de asistentes personales, en un momento en el que se preveían posibles deserciones entre su equipo de colaboradores oficiales.