Su historia es una de las compartidas en el sitio www.historiasdecontrabando.com.py, creado por la Unión Industrial Paraguaya Joven, en el marco de la campaña anticontrabando, para mostrar y concientizar a la población sobre el daño que ocasiona el contrabando a las personas y al país.
Santiago Gómez es paraguayo, pero vivió durante 33 años en la Argentina y con la llegada de la democracia al país tomó sus maquinarias y herramientas de zapatería y volvió al Paraguay junto a su familia. Montó, con mucho esfuerzo, un negocio de confección de calzados y contrató a tres personas para empezar. Al principio le fue bien, tenía mucho trabajo y como tal formó parte de la Cámara Paraguaya del Calzado. Luego, llegó el momento de hacer frente, como gremio, a los primeros ingresos de calzados de procedencia china que, al pagar un arancel de 150 guaraníes, se convirtió en una competencia desleal.
El ingreso masivo de estos calzados terminó matando su empresa. Cuando dejó de fabricar hace 15 años, se dedicó a la compostura de calzados, durante 11 años, pero tampoco funcionó porque no redituaba ganancias y quebró.
“Me costó muchísimo, luego de 43 años trabajando en el rubro, tener que dejar la profesión y vender todas las maquinarias”, recordó el trabajador en un tono quebrado por la pérdida de toda una vida de trabajo por causas ajenas a él.
PERJUDICIAL. Hoy se dedica a la venta de carbón que, con el inicio de tiempos cálidos, también disminuyó, por lo que hace un mes comenzó a trabajar como vendedor en una firma que fabrica llaveros, pines y placas de metal de muy buena calidad. Su participación en la campaña se dio a través de un colega zapatero, quien le propuso formar parte la campaña de la UIP, contando su historia y aceptó gustoso porque sufrió en carne propia los perjuicios de este flagelo.
Para Gómez, el paraguayo es muy apático, se sienta a esperar que todo suceda y esa actitud debe cambiar. A su entender, si el Gobierno tiene realmente la voluntad de combatir el contrabando no debe atacar a los que traen contrabando, sino intervenir los locales que venden productos de contrabando.
“El Ministerio de Industria y Comercio debe incautar las veces que sea necesario para crear perjuicio a los que venden contrabando”, dijo.
Manifestó su deseo de volver a trabajar en su profesión. Con sus 65 años, todavía puede dar mucho de su profesión y demostrar por qué la mano de obra paraguaya en calzados es la mejor de Sudamérica y por qué hay que consumir lo que produce la industria nacional.
“Si hay una posibilidad de trabajar en zapatería estaría encantado. Si alguien me propone montar una fábrica, generar mano de obra y hacer lo nuestro estaría encantado, porque esta profesión es lo que palpé toda mi vida”, concluye.