No, el título no es una metáfora, ni hace referencia a los temblores y derrumbes que se dieron en las últimas semanas, a nivel local, y que tuvieron profundas repercusiones sociopolíticas derribando verdaderos bastiones de abuso de poder y corrupción, y que afectó a ciertos y determinados personajes de la política criolla (léase el conflicto en la UNA, o la Municipalidad de Lambaré).
Hace alusión a los dos temblores, el de magnitud 5,9 en la escala de Richter, que sacudió el fin de semana que pasó a la norteña provincia argentina de Salta, y al registrado, a mitad de setiembre, en Chile, y que alcanzó una magnitud de 8,4 en aquella escala y que hicieron eco en Paraguay.
Es decir, ambos se sintieron en Asunción y otras ciudades del país, según reportes de la Dirección de Sismología de la Universidad Nacional. El primero, el de Salta, 98 segundos después de comenzar; el segundo, el de Chile, tres minutos después, alcanzando una intensidad de 2.5 en la escala de Mercalli, de acuerdo con la información emitida entonces por Telefuturo.
A donde voy es que esos temblores –sobre todo el de Chile–, concretamente, hicieron vibrar los edificios altos de la ciudad por efectos de la resonancia.
Sin embargo, no he visto ni oído –hasta ahora– que las autoridades pertinentes hayan siquiera invitado a los responsables de edificios y construcciones en general a pedir peritajes o simples informes sobre posibles daños.
“La energía del sismo en Chile fue tan potente que las ondas viajaron 3.000 kilómetros de distancia desde donde ocurrió. Fue ese efecto el que sacudió los edificios de Asunción. Fue este efecto, el de resonancia, el que hizo vibrar los edificios”, explicaba al día siguiente el geólogo Moisés Gadea, del Laboratorio de Sismología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) en declaraciones a Última Hora.
Indudablemente en nuestro país no estamos preparados –y los edificios o grandes construcciones menos– para afrontar eventos como aquellos.
Pero corresponde que, tras esos hechos, las instituciones pertinentes y los medios de comunicación en general eduquemos al respecto.
Sí, la responsabilidad también se educa. Y las autoridades como los medios de comunicación somos y debemos ser los más interesados en que así sea. Podemos empezar invitando a los propietarios y los administradores de construcciones, y o edificios que albergan o acogerán a multitudes a verificar que esas réplicas no hayan dañado sus estructuras.
