En el mismo, generalmente, se reúnen los principales líderes políticos, empresariales, sociales, periodistas e intelectuales a nivel internacional para analizar y debatir sobre los problemas más acuciantes a nivel mundial.
Si bien la orientación es económica, como su nombre lo indica, y lo que se busca es potenciar el crecimiento económico y el desarrollo de los países, los temas que se debaten superan lo escrictamente económico, pues, como es lógico, los grandes problemas globales están fuertemente vinculados entre sí.
En momentos en los cuales nuestro debate interno a nivel país está atrapado en un solo tema de alta crispación, es bueno repasar un poco cuáles son los temas de relevancia global actualmente y su enorme similitud con los problemas de fondo que también enfrentamos nosotros.
En términos generales, son como cinco grandes retos globales.
El reto de cómo sostener el crecimiento económico en entornos de mucha volatilidad y las reformas institucionales claves que hacen falta para el efecto.
Claramente, es también un tema central que debemos plantearnos en lo interno, pues los vientos de cola muy favorables que impulsaron nuestro crecimiento en la última década se han acabado y ahora dependemos mucho más de reformas o dicho de otra manera de instituciones sólidas en sectores claves.
Otro reto que se plantea tiene que ver con la reconstrucción de las comunidades sociales, en un entorno global en donde las desigualdades crecientes y la retórica populista generan altos índices de inestabilidad y resquebrajamiento del tejido social.
De vuelta, es un tema también crítico para nuestra realidad, pues si bien hemos tenido excelentes años económicos que han ayudado a mejorar de manera importante los indicadores sociales, tenemos aún grandes bolsones de pobreza y sobre todo de desigualdad.
Esto, en el marco de una sociedad mucho más exigente y el populismo –siempre dispuesto a exacerbar la situación– generan un ambiente propicio para la tensión y la polarización social.
El siguiente reto tiene que ver con la forma en que las sociedades gestionan la tremenda disrupción tecnológica. Y todo lo que ello implica en términos de pérdida de empleos en ciertos sectores que se convierten rápidamente en indignados con el sistema.
En nuestro caso, si bien las razones son diferentes, nos toca también lidiar con el tema central de cómo creamos suficientes empleos de calidad para una población joven que de otra manera muy fácilmente puede indignarse, movilizarse y convertirse en “antisistema”.
Un reto más apunta a explorar cómo fortalecer la cooperación internacional en contextos más volátiles y en ciertos temas muy sensibles para las sociedades.
Para nosotros, es también esencial plantearse el modelo de inserción internacional desde una perspectiva superadora y proactiva. Nuestra presencia como observadores ante la OCDE es por ejemplo un paso importante en dicho sentido.
Finalmente, está el gran reto de cómo enfrentar la realidad del cambio climático y sus efectos a nivel global.
Para un país como el nuestro, cuya economía depende en gran medida del comportamiento del clima, es también un tema que merece extrema atención, aunque normalmente lo debatimos muy poco.
En fin, se trata de reflexionar, debatir, imaginar y proponer cursos de acción para retos globales que marcan y definen el tipo de desarrollo que tendremos en el planeta.
Qué importante sería plantearnos también nuestro propio Foro de Davos en Paraguay, profundizando en tantos temas similares y otros más propios. Convocando también a nuestras mejores mentes en los diferentes sectores.
Pero, claro, para ello debemos primero abstraernos de esta absurda guerra de firmas entre los pro reelección y los pro juicio político que nos devuelve a una realidad en extremo pobre y limitada.