24 abr. 2024

Cuidado con las personas satisfechas

Y llamo satisfechas a aquellas personas que, porque tienen de todo o porque todo les falta, se dan por satisfechas y no quieren cambiar.

En los muy ricos, la riqueza grande los convierte en una clase social egocéntrica. Aislada de la realidad. Ciertamente satisfecha, pero con frecuencia muy desgraciada.

En toda la gama de pobres, la pobreza los hunde, anula, destroza, aniquila en sus valores. Inclusive se autoconvencen de que siempre va a tener que ser así.

Quiero fijarme especialmente en estos y en países pobres. Y esto se manifiesta en aguante, a carencia de otros horizontes o negación del cambio.

Cuando en esos países, el cambio en lo social, político, económico, es lo principal. Y esto ocurre en el Paraguay.

El problema está en cómo entusiasmar a esas personas “pobremente” satisfechas y hacerlas desear un horizonte mayor.

Y esto va a depender mucho de lo que llamamos “conciencia”. Y recuerden que esta puede estar dormida, ingenua o despierta. Dependiendo de que ignore totalmente las causas de lo que ocurre, lo atribuya ingenuamente a causas que nada o poco tienen que ver, o que conozca verdaderamente las verdaderas causas.

Sigo refiriéndome solo a las clases pobres. Porque son mayorías. Porque necesitan más que ninguna tener conciencia despierta. Y porque, en las difíciles condiciones en que viven, son las que más pronto pueden salir del estado de dormición o de ingenuidad.

En los ambientes de las Ligas Agrarias Cristianas, les ayudó mucho a abrir los ojos la lectura comunitaria y aplicada a la realidad de la Biblia.

Para otros la emigración, por ejemplo, a Buenos Aires, les ha hecho crecer.

Un grupo con el que hablar, una lectura profunda continuada o una situación con más derechos humanos vividos, han sido los modos de abrir los ojos y que desapareciera ese estado de autoanulación que lo tenía atado.

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