Un gobierno que aparta de entre sus prioridades reales la progresiva inversión en educación y salud, no solo debe ser calificado de insensible y cruel, sino también de ineficiente y torpe. Toda gestión del Estado que olvide estas realidades camina inevitablemente hacia el fracaso a mediano plazo, aquí como en cualquier parte del mundo, sean sus autoridades de derecha o izquierda. Son aspectos extremadamente vitales para una nación.
Por ello, las notables y hasta escandalosas carencias que registra el sistema de salud, desde insumos básicos, como gasas, jeringas y vacunas, hasta los referidos a equipamiento y personal de blanco, entre otras tantas, revelan la preocupante desatención –o desinterés– del presidente Horacio Cartes a los temas sociales –algo ya reflejado en las encuestas realizadas recientemente por este diario–, así como la aparición de una señal de alerta que debe ser atendida para cambiar de rumbo. De continuar esta situación, y por ende, de agravarse, se puede esperar el derrumbe de este Gobierno y daños irreparables al grueso de la población paraguaya.
De lo que las autoridades parecen no tomar conciencia es que detrás de estas necesidades y carencias hay seres humanos; niños y embarazadas, padres de familia, jóvenes con toda una vida por delante; en fin, personas con dignidad y derechos.
Irónicamente, en su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, el año pasado, Cartes aseguró que la inversión social ocupaba “un primerísimo lugar” en la agenda del Gobierno. Si bien hay que reconocer que existen problemas históricos a casi un año de aquella alocución, la realidad le cierra la boca al mandatario.
Por su parte, el ministro del ramo, Antonio Barrios, explicó que cuentan con una política para el área de la salud que requiere de una inversión de 400 millones de dólares para los próximos cinco años, pero que no cuentan aún con las fuentes de financiamiento. Con lo que se demuestra que no es precisamente la prioridad, pues para otros proyectos ya existen fondos.
Bernardo Kliksberg, experto en desarrollo social, señaló a ÚH que países como Noruega, Suecia y Dinamarca consiguieron superar la pobreza invirtiendo sustancialmente en un sistema de salud pública para toda la población, entre otros puntos. Es decir, la receta es clara, la cuestión es aplicarla. Y para ello, urge un interés real del Ejecutivo y un compromiso de los integrantes de los tres Poderes del Estado; sí, de aquellos que nunca pisan un hospital público ni forman largas filas para recibir un turno en IPS. Bueno, son factores que agregan una fuerte dosis de escepticismo hacia una mejora, ¿verdad? Por el bien de nuestro sufrido país, espero que ello no pase de un lógico pensamiento pesimista.