25 abr. 2024

¿Cuáles son los beneficios de la lectura profunda?

Una práctica que según los especialistas se encuentra en peligro de extinción resulta un ejercicio mental vigoroso, que podría aumentar nuestra perspicacia y capacidad para empatizar con otras personas.

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Foto: huffpost.com.

La lectura profunda se diferencia de la superficial que acostumbramos a hacer en internet. Se entiende por “lectura profunda” a la que se realiza cuando el lector está inmerso en su libro, protegido de cualquier tipo de distracción y en sintonía con los matices del lenguaje.

Según un estudio del psicólogo Víctor Nell (Universidad de Sudáfrica), titulado “la psicología de la lectura por placer”, este estado de inmersión se puede comparar a un trance hipnótico.

Un artículo de la revista Time asegura que el profesional encontró que cuando los lectores se hallan disfrutando de la experiencia al máximo, el ritmo de la lectura se hace más lento, la velocidad disminuye.

“La combinación de decodificación rápida y fluida de palabras y el progreso lento de páginas, sin prisas, le da a los lectores tiempo para enriquecer su lectura con reflexión, análisis y recuerdos y opiniones propias. Les da tiempo para establecer una relación íntima con el autor”, resalta.

Este tipo de lectura se diferencia a la que se realiza en internet tanto en la experiencia como en las capacidades que se desarrollan. Algunos estudiosos sugieren que la lectura en línea puede ser menos satisfactoria, incluso para los denominados “nativos digitales”, que crecieron con las herramientas informáticas, de acuerdo al reporte de la revista norteamericana.

Un informe de 2015 de la “Britain’s National Literacy Trust” dio a conocer los resultados de un estudio de 34.910 jóvenes de 8 a 16 años. De estos se reportó que el 39 % de los niños y adolescentes leen a diario en dispositivos electrónicos, mientras que solo el 28 % lee materiales impresos cada día.

“Los chicos que leen solamente en pantalla eran tres veces menos propensos a decir que les gustaba leer mucho y era un tercio menos probable que tuvieran un libro favorito”, concluyeron. El estudio encontró que los jóvenes que leen diariamente solo en pantalla, eran casi dos veces menos propensos a ser lectores por sobre el promedio, en comparación a quienes leen en la pantalla o impreso.

Pero, ¿por qué preocuparnos por cómo leen los jóvenes? Primeramente debe conocerse la forma en que evolucionó la habilidad para leer un material. “Los seres humanos no nacieron para leer”, señala Maryanne Wolf, directora del Centro para la lectura y la investigación de idiomas de la Universidad de Tufts y autora de “Proust y el calamar: La historia y la ciencia del cerebro lector”.

A diferencia de la capacidad de comprender y producir lenguaje hablado, que en circunstancias normales se desarrollará de acuerdo a un programa dictado por nuestros genes, la capacidad de leer debe ser laboriosamente adquirida por cada individuo, según la experta norteamericana.

El artículo concluye a través de este estudio que los “circuitos de lectura” que cada uno de los seres humanos construyen son reclutados de las estructuras cerebrales que evolucionaron para otros fines, y estos circuitos pueden ser débiles o robustos dependiendo del uso que se les dé.

Investigaciones recientes en la ciencia cognitiva, la psicología y la neurociencia han demostrado que la lectura profunda es una experiencia única, de naturaleza diferente a la mera decodificación de las palabras.

Aunque no requiere estrictamente un libro convencional, los límites incorporados de la página impresa son especialmente propicios para la experiencia de lectura profunda. La falta de hipervínculos, por ejemplo, y el hecho de no estar pendiente de los clicks o ventanas emergentes, liberan al lector en la toma de decisiones y le permite permanecer sumergido totalmente en la narrativa.

Por otro lado, de acuerdo a unos estudios realizados (en 2006 y 2009) por Raymond Mar, psicólogo de la Universidad York de Canadá, y Keith Oatley (profesor emérito de psicología cognitiva de la Universidad de Toronto), las personas que leen ficción frecuentemente “parecen ser más capaces de comprender a otras personas, empatizar con ellos y ver el mundo desde sus perspectivas”.

Un estudio de Mar presentado en 2010, citado por la web de la Revista Time, encontró un resultado similar en los niños pequeños. Estos, mientras más historias leían o se les leía, se volvían más perspicaces en sus “teorías de la mente”, o modelo mental de las intenciones de los demás.

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