El ámbito de lo específicamente humano comienza fuera de la lucha animal por la subsistencia, dijo Herbert Marcuse. Si no la frase, la idea de Marcuse está en el título del reciente libro de Santiago Filártiga Lamar: Crónicas de la prehistoria (Asunción: 2015).
Se trata de un conjunto de cuentos de carácter histórico; prehistórico en la visión del autor, porque pertenecen al tipo de relaciones humanas que deben quedar atrás para que el mundo sea mejor.
Son cuentos que cubren tiempos y escenarios muy distantes: desde la antigua Roma y China (el ultraje a Lucrecia por Tarquino, el ejército de terracota del rey oriental) hasta el siglo XX (la muerte de Eligio Ayala y la de Soledad Barrett).
El autor prefiere no dar el contexto de cada relato en forma explícita, solo ofrece indicios para que el lector lo reconstruya; pretende que, sin necesidad de referencias claras, cada situación pueda comprenderse y lo consigue, aun exigiendo un considerable esfuerzo del lector.
En Atardecer de un día agitado, acompañamos el regreso a su casa, en un suburbio de Buenos Aires, de un trabajador común llamado Ricardo, secuestrado por un grupo de desconocidos.
¿Uno de los golpes de los escuadrones de la muerte durante la violencia política argentina?
No. Al final comprendemos que se trata de la captura del criminal nazi Adolf Eichmann por un comando israelí.
Marove aborda un incidente controvertido de la Guerra de la Triple Alianza: la entrevista entre el mariscal Francisco Solano López y el general Bartolomé Mitre en Yatayty Corá.
¿Qué se dijeron los dos adversarios?
Como no ha quedado nada escrito de las tratativas, el narrador ofrece la suya para colmar el vacío documental.
El grande en lo pequeño es Eligio Ayala, muerto en una riña por celos, pequeñez para un hombre grande. Pero, aun aceptándose el hecho del duelo a tiros, existen indicios de que el crimen pasional fue un incidente orquestado para eliminar a un estadista cuya honestidad molestaba en ciertos círculos de poder.
El sueño de un hombre malogrado es el relato de un hombre fracasado por el rechazo de los vecinos, la mala fortuna de sus amores y el juicio de la crítica artística: de mil cuadros pintados, solo consiguió vender uno.
Correspondió a la posteridad reconocer el genio de personaje, el pintor Vincent Van Gogh.
En El verdadero protagonista aparecen Carlos V, el Papa, Lutero y el banquero Fuggar, quien financiaba a Carlos V.
La verdad en el desierto muestra la continuidad del abuso del indígena americano, pese a la prédica de Bartolomé de las Casas.
Y esta es nada más que una somera reseña del libro de un escritor que tiene algo que decir y lo dice con una voz propia.