MUY GRANDE. El Centenario presentó un marco no apto para instancia tan importante de Copa. Los sectores de Colombe y Amsterdan estuvieron prácticamente vacíos y solo se ocuparon América (para los tricolores) y Olímpica (Danubio), que tampoco estuvieron llenos. Poca gente para tan importante partido, por lo que el estadio quedó muy grande. Esto ratifica que los violetas cuentan con pocos seguidores. Nunca una semifinal se habrá jugado con tan poca concurrencia.
BANDERA. A unos diez minutos del inicio del juego, el locutor anunció que se inauguraba una bandera del club local de unos 30 metros que extienderon en el medio del campo.
RECIBIMIENTO. Con el grito de “acadé, dale la acadé” fue recibido el Trico a su ingreso al campo. Luego siguió el “Nacional, Nacional”. Los hinchas estuvieron ataviados de llamativos gorros tricolores.
HINCHADA. Unos mil hinchas de Nacional llegaron hasta Montevideo, muchos de ellos empleados de las empresas de la familia Harrison (que habría alquilado 17 buses), sostén fundamental del buen momento tricolor. Los aficionados estuvieron tres horas antes en el estadio. Instalados en la Tribuna América se hicieron notar por su algarabía y por contar con las ruidosas cornetas.
OPACA. En los dos días previos al partido se pudo percibir poco entusiasmo entre los montevideanos. El 2-0 en Asunción y la “peor presentación de Defensor en la Copa”, al decir de su técnico Fernando Curutchet, dejó el espíritu por el suelo por lo que, hasta la prensa misma, le dio poco destaque al espectáculo.
Montevideo no tuvo ambiente de Copa Libertadores ni el mismo día del juego. De hecho, los violetas (el color de casaca del Defensor) tienen pocos seguidores y los que los alientan son de Nacional y Peñarol. Incluso, un taxista hasta se disculpó porque no sabía que se jugaba una semifinal copera.