La masacre de París ha golpeado con fuerza.
Un día antes, el ISIS mataba en Beirut a 43 personas dejando heridas a 237. En ese tiempo, el ISIS asesinaba en Irak a 19 personas con 40 heridos, que asistían a un funeral en Bagdad.
Con pelos y señales se describe todo, se investigan las pistas de los asesinos de lo ocurrido en París. Sobre los atentados de Beirut y Bagdad, apenas la noticia.
“No puedo evitar sentir que la muerte de gente en Beirut significa menos para el mundo que la muerte de mi otra gente en París”, escribió un afectado por ambos atentados.
Tal vez hayamos avanzado mucho en técnica, pero ciertamente en humanidad no somos tan ecuánimes.
La segunda trata un aspecto grave: ¿hasta qué punto le damos importancia al ISIS y a su terror extendido?
“El ISIS es el enemigo de todos, pero el principal enemigo de nadie”, señalaba el diario El País de Madrid.
Es enemigo del presidente de Siria, de Rusia, de Turquía, de los kurdos, de los saudíes… pero todos ellos tienen otros enemigos más principales. Lo cual nos lleva a pensar cuán complacientes serán dentro de poco. La política nacional o internacional en aquel sector del mundo no brilla por su sentido ético. Posiblemente, en ningún otro sector también. Por lo tanto, pobres los pobres del mundo cuando sus intereses no convengan a los poderosos del mundo.
La tercera se refiere al presidente Hollande, de Francia. Con un perfil bajo de hombre para causas difíciles, ahora aparece revitalizado. Ha reaccionado ante la masacre de París con rapidez y fuerza. Se ha revitalizado.
El “fenómeno” ISIS además del mal que hace, descubre cosas que deberíamos de reflexionar.