CARACAS, VENEZUELA
“No queremos ser Cuba”, se lee en uno de los carteles que grupos de opositores venezolanos pegaron en las fachadas de algunos recintos electorales, en una marcha contrarreloj para frenar la elección, el domingo, de la Asamblea Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro.
En el inicio de una semana decisiva para la crisis política venezolana, la oposición realiza un recorrido por colegios donde serán instaladas las urnas, algunos de los cuales ya empezaron a ser custodiados por los militares en un operativo especial para los comicios.
Quemando los últimos cartuchos, convocó a una huelga de 48 horas el miércoles y el jueves con bloqueos de calles –tras un paro de 24 horas la semana pasada–, que será respaldada por importantes centrales obreras. No obstante, el gobierno controla la estratégica industria petrolera.
Para el viernes, la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) llamó a una gran marcha en Caracas, bajo la advertencia de que si Maduro insiste en la elección, tomará acciones más contundentes el sábado y domingo en lo que llama un boicot cívico.
“Deberíamos de estar trancado calles desde ya. Quedan pocos días y no podemos entregar el país”, declaró Alveres Vargas, una comerciante pensionada, en un colegio de Chacao, bastión opositor, cuya fachada fue cubierta de letreros contra el gobierno.
Desatando temores de más caos y violencia, la estrategia contra la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) escala aún más las protestas que iniciaron hace cuatro meses para exigir la salida de Maduro, con saldo de más de un centenar de muertos.
En medio de esa convulsión y una economía devastada, Maduro asegura que la Constituyente traerá paz y estabilidad, mientras que la oposición asegura que reformará la Carta Magna para imponer un “sistema comunista”.