“Entendí ese ‘tené mucho cuidado’ claramente como para tener los ojos bien abiertos, que siempre que haga algo tenga un objetivo noble, que tratemos de ser organizados, porque un error a veces se paga caro”, especificó, antes de agregar que cuando tiene la suerte de hablar con su tío, por lo general, los domingos, “le pido que rece por nosotros, por las actividades que estamos emprendiendo, y la verdad que sentimos ese apoyo, esas oraciones de él, porque hasta ahora todo salió bien”.
Y tu mamá, ¿qué opina?, fue la consulta. “Ella arrancó diciéndome que estoy loco (risas), porque sabía que esto iba a tener esta fuerza. A veces me ve muy cansado y me dice: ‘Tenés que descansar’. Y le respondo: ‘Sí, mamá, mañana tenemos que salir a las calles a recorrer’, porque todo lo hacemos a pulmón, no es que disponemos de cuatro camionetas con sus respectivos choferes, lo hacemos todo personalmente. Alzamos las frazadas al auto y las repartimos. Pero ¡ojo!, que así es mucho más lindo”, indicó.
EN GRANDE. José Ignacio espera que Haciendo Lío siga creciendo. “Soñamos con ser una institución enorme, tal vez como Cáritas o la fundación de Javier Zanetti”.
“Es un sueño enorme que tenemos. Creemos que con el tiempo, organizadamente, vamos a llegar, pero no queremos deshumanizar nuestro trabajo, que es estar con la gente. Porque cuando ya tenés vehículos y choferes para buscar y llevar las donaciones, y dejás de viajar en ellos, de estar en contacto con la gente, deshumanizás tu trabajo y pasás a ser esa famosa oenegé a la que el Papa hizo referencia en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro”.
“Él no quiere que la Iglesia se convierta en una oenegé, quedándonos dentro de la Iglesia, quiere que se salga, que no nos quedemos encerrados. Por eso queremos que nuestro trabajo sea siempre en contacto con la gente que dona y con quien recibe las donaciones”, detalló, no sin antes expresar que espera que Haciendo Lío también pueda llegar a Paraguay.