24 abr. 2024

Con rumbo olímpico

Marcelo Aguirre tiene una meta: obtener una medalla olímpica para Paraguay en tenis de mesa. En entrevista con Vida hace un repaso de su carrera, su experiencia en Europa y cómo se prepara para alcanzar sus objetivos en el deporte y en la vida.

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Por: Carlos Darío Torres / Fotos: Javier Valdez

El tenis de mesa es su pasión, aunque en sus comienzos Marcelo Aguirre jugaba con la raqueta grande, la de tenis de campo. Pero su padre, el exmesatenista Víctor Aguirre, lo inclinó por el deporte en el que hoy se destaca. Con un nombre ganado en el contexto latinoamericano emigró a Europa para seguir creciendo como atleta. Sus objetivos apuntan alto y para ello debe vivir alejado de sus padres y familiares; pero asegura que el sacrificio vale la pena.

-¿Cómo llegaste a ser jugador de tenis de mesa?
-Comencé jugando tenis de campo a los 7 años y medio en el Club Sajonia. Pasé al de mesa por mi papá, quien fue jugador de este deporte, en el que llegó a ser vicecampeón sudamericano de dobles.
Como jugador de tenis de campo gané mi primer torneo, y mi papá, al ver que tenía talento para los deportes con raqueta, me llevó al tenis de mesa. Empecé a entrenar y después ya me decidí por el tenis chico porque mi papá estaba ahí y porque era mucho más fácil viajar para las competencias.
Siempre me gustaron los deportes con raqueta. Empecé con el tenis porque era el deporte que me gustaba, tenía mis grandes ídolos, pero como el tenis de mesa no era muy reconocido y no se veía mucho por la tele me jugué primero por el de campo. Jugué ocho o nueve meses tenis de campo antes de pasar al de mesa.

-¿Pensás que haber optado por el tenis de mesa fue la decisión correcta?
-Estoy muy contento con el cambio. Creo que fue acertado. También era una asignatura pendiente de mi papá, quien era muy buen deportista pero nunca tuvo el apoyo. Es como que él se ve reflejado en mí y me apoya muchísimo. Fue más fácil por los viajes y por los títulos. Eso ayudó a que me metiera más en el tenis de mesa. Ahora hago lo que más me gusta.

-¿Cuándo te diste cuenta de que ibas a dedicarte a este deporte?
-A los 10 años me di cuenta de que podía dedicarme al tenis de mesa. Era la segunda vez que salía campeón interamericano. También me llegó una propuesta de la International Table Tennis Federation (ITTF), que es como la FIFA en fútbol. Ellos me becaban para ir a Europa y ahí me surgieron varias posibilidades de clubes que me querían contratar. Era muy joven y tuve que esperar de vuelta porque no quería dejar así nomás mis estudios.

-Eras muy joven cuando te fuiste a Suecia a vivir y a seguir formándote como deportista...

-A los 12 decidí emigrar, con la beca de la ITTF. Ya era tricampeón latinoamericano y gracias a esa beca pude viajar, primero tres meses, a probar en varios clubes, y de ellos elegí la propuesta sueca, que para mí era en ese momento la mejor para empezar a tener una base en Europa.

-¿Tuviste otras opciones?
-Fui a Alemania también, que junto a Suecia son los mejores países para empezar en tenis de mesa. Tenía también la posibilidad de irme a Dinamarca pero me gustó más la cultura sueca. Y como era muy chico, me dieron la posibilidad de vivir con una familia sueca que hablaba español, porque a esa edad yo no sabía mucho del inglés.

-¿Cómo fue esa transición en tu vida?

-Y... fue difícil. Ahora me doy cuenta de lo que fue: un proceso muy complicado. En ese momento no me costó mucho porque era muy chico y me dejé llevar por lo que más me gustaba hacer y yo lo único que quería era sobresalir. Eso me ayudó a ser mucho más constante y a hacer más fácil la transición.
Veía también que estaba empezando a compartir con los mejores jugadores de Europa y con ídolos que yo veía solo en videos, y eso me motivó mucho más para seguir allá, ya que estaba cambiando de cultura.

-Suecia es un país alejado y frío ¿cómo fueron tus años en ese lugar?


-En Suecia solamente se ve luz solar de cinco a seis horas por día. Era difícil porque tampoco hablaba inglés y tuve que ir aprendiendo por el camino. Recién ahora yo tomo conciencia de eso. Pero en ese momento me dejé llevar por las ganas de querer sobresalir y que Paraguay sea reconocido en el tenis de mesa.

-¿Cómo era tu día a día y cómo te comunicabas?
-Me levantaba a las 8. El entrenamiento empezaba a las 9 y entrenaba hasta las 11.30. Volvía a casa en metro. Ahí muy poca gente usa el auto porque las conexiones son muy buenas. Almorzaba, descansaba un poco y volvía a los entrenamientos a las 15, hasta las 17.30. A partir de las 18.30 la madre de la familia, que es profesora, me enseñaba inglés en casa.
Dentro de la familia había dos jugadores en el club en donde yo jugaba, el Ängby SK. Con ellos me comunicaba en castellano. Yo entiendo el sueco pero no lo hablo. Aparte, nunca hice un esfuerzo por interiorizarme más porque el entrenamiento me llevaba mucho tiempo, entre siete y ocho horas al día. Entonces era complicado encontrar un momento para estudiar de vuelta. Pero entiendo una conversación.

-¿Y tus estudios formales?
-Cada tres meses volvía al país, uno por el tema de la visa, y ahí aprovechaba para rendir los exámenes en el colegio Chiang Kai-shek. Ahí me ayudaron mucho para estudiar como alumno libre; ellos me pasaban toda la información y lo que tenía estudiar por internet.

-¿Cuánto tiempo viviste en Suecia y qué hiciste después?
-Estuve cuatro años en Suecia y después pasé a Alemania a un club llamado Ochsenhausen, el segundo mejor club de Europa, en Baviera. Estuve dos años ahí. Siempre me manejaba con el inglés aunque estudié alemán por ocho meses. La profesora me decía que como latino me iba a ser muy difícil aprender la pronunciación. Luego volví a Paraguay por un año y medio para terminar el colegio y empezar la facultad.
Hay que saber elegir el momento y yo decidí que ese era el momento para terminar el colegio y empezar la facultad. Hice un año de Administración de Empresas en la Universidad Americana.

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País desconocido
-¿Te preguntan sobre Paraguay en Europa?

-Conocen muy poco sobre Paraguay. En Suecia me hablaban de Chilavert. Nos conocen más por el fútbol, se acuerdan también de Roque Santa Cruz. Pero hasta ahí nomás. Después hay que contarles sobre el país. Cuando les hablo en guaraní se enloquecen y empiezan las preguntas. Me preguntan sobre las comidas típicas.

-¿Cómo te comunicás con tu familia?
-Internet es fundamental para los que vivimos afuera. No sé cómo hubiéramos hecho sin la red para estar tanto tiempo afuera. A través de las aplicaciones uno ya se puede comunicar desde cualquier teléfono móvil. Eso es lo que nos ayuda a calmar las ansias de querer estar con la familia y querer compartir momentos que no podemos por la distancia.

-¿Te apoya tu familia en tu carrera o te reclaman porque no pasás mucho tiempo en el país?
-Tengo el apoyo 100% de mi familia. Claro, como vengo cada 11 meses mi mamá siempre me dice que tengo que volver más a menudo a compartir. Hace como cuatro navidades que no paso en Paraguay.
Son cosas que pasan pero que tampoco puedo cambiar porque tengo compromisos deportivos en esas fechas.

-¿Podés vivir del tenis de mesa?
-No se paga lo que en tenis de campo pero sí tenemos ligas. Y eso ayuda a equilibrar, si bien nunca vamos a llegar a los montos del tenis. Pero sí se puede vivir del deporte. Solo que es muy sacrificado. Son once meses al año que uno tiene que pasar lejos de la familia y de los amigos. Y yo ya llevo 12 años afuera, y es complicado.
Si en tenis de campo hubiera ganado las competencias que gané en tenis de mesa, seguramente sería diferente mi realidad económica, pero estoy muy contento de haber elegido tenis de mesa.

-¿Te hubiera gustado dedicarte a otra cosa?
-Cada año que pasa uno piensa si no habría sido mejor hacer otra cosa, estudiar, por ejemplo. Pero ahora mismo creo que lo mejor es centrarme en el tenis de mesa, que es lo que más me gusta hacer. Y con eso estoy disfrutando al máximo.

-¿Qué te dio hasta ahora el tenis de mesa, además de los éxitos deportivos?
-Conocer otras culturas, gente, tener contactos y amigos en todo el mundo. Eso es impagable. Este deporte te lo permite y es algo muy bueno porque son enseñanzas que te sirven para la vida. Vivir lejos mucho tiempo te enseña cosas que de otra manera a lo mejor no hubieras valorado.

-¿Hasta qué edad pensás jugar?
-Si sigo por este camino, de cuidarme y hacer estrictamente lo que tengo que hacer, tranquilamente puedo jugar hasta los 34 o 35 años. Se dice que la mejor edad de un mesatenista es entre los 28 y los 32 años, así que me faltan unos años para llegar a ese punto de madurez, para poder manejar mejor los tiempos y los momentos candentes de cada partido.

-¿Seguís estudiando?
-Hace dos años y medio dejé de estudiar para concentrarme en Río 2016, y ahora me estoy centrando a fondo para Tokio 2020. Como entreno varias horas al día y la temporada pasada jugué por cuatro equipos, eso no me permitió estudiar porque estaba viajando constantemente.
Ahora mismo mi prioridad es 100% el tenis de mesa. Y está comenzando de vuelta el ciclo olímpico, y este es uno de los más importantes para mí, así que me voy a centrar en los torneos. Dentro de unos meses empiezan los Juegos Bolivarianos y a comienzos del año que viene los Juegos Odesur. Pienso seguir mis estudios pero tengo que buscar el momento correcto para centrarme 100%. Si no voy a poder hacerlo prefiero centrarme solamente en una cosa y buscar el momento para lo otro.

Un nuevo hogar

-¿Dónde estás viviendo?
-Voy a empezar mi segunda temporada en Portugal. Vivo en Oporto pero no estoy jugando, solo entrenando en un centro de alto rendimiento que abrió la temporada pasada. Yo fui uno de los jugadores invitados. Las instalaciones son muy buenas, de primer nivel, lo que yo necesito; de los top 100 del mundo en tenis de mesa hay 20 jugadores en el grupo. Y eso me va a ayudar muchísimo para poder medirme con gente de mucho nivel, para poder subir yo el mío.
Portugal es muy parecido a cómo somos en Latinoamérica, su gente es muy cálida, tienen en cuenta sus tradiciones y las fechas, como en Paraguay.

-¿Quién te acompaña en Portugal?
-Vivo con mi novia en Europa hace cuatro años. Eso me da tranquilidad y estabilidad emocional para que yo pueda enfrentar de la mejor manera las competencias internacionales. Ella se llama Hilda Soledad Reyes Brítez. Para ella también es difícil, por más que esté haciendo cursos allá. Lo bueno para ella es que una parte de su familia vive en España. Así que cuando necesita contención familiar puede viajar y estar con ellos. Está estudiando psicología, en Paraguay y hace cursos de belleza en España.

-¿Hablás con ella de lo que quieren para el futuro, como pareja?
-Sí, hablamos. Tenemos nuestro proyecto de vida. Va a llegar un momento en el que deseemos tener hijos, pero ahora mismo ella también está concentrada en lo que está haciendo y yo lo estoy con el deporte. Sabemos que hay que esperar. Yo creo que por lo menos un ciclo olímpico más y después ver. Creo que no hay ningún apuro.

-¿Cuáles son tus objetivos en el deporte?
-Siempre tengo las metas más altas. Una medalla olímpica para Paraguay es el sueño de todo atleta. No va a ser nada fácil pero estamos haciendo un trabajo para eso, es un ciclo de cuatro años que se tiene que llevar, que tiene que ser muy bueno para llegar de la mejor manera a las olimpíadas.
Mi objetivo ahora mismo es clasificarme para las olimpíadas por ranking, meterme entre los 80 primeros y no jugar un clasificatorio. Es mi objetivo a mediano plazo, clasificarme directamente para tener un buen ranking y una buena posición en el cuadro principal. Y de ahí esperar que toque el mejor sorteo para ir avanzando. Después, pasar la segunda ronda y luego ir ronda a ronda.

-¿Y tu vida después del tenis de mesa?
-Pienso terminar los estudios o ver alguna carrera. Me gustaría ser ministro de Deportes o embajador de Paraguay.

-¿Tenés apoyo oficial en Paraguay?
-Recibo el apoyo de la Secretaría Nacional de Deportes y del Comité Olímpico Paraguayo. Son dos entidades fundamentales para mi carrera. Sin ellos no sería posible vivir en el extranjero ni competir por Paraguay, ni desarrollarme como persona, ni vivir momentos que a lo mejor no puedo vivir en mi país.

-¿Te gustaría que tus hijos sean deportistas o preferirías que pasen más tiempo con la familia?
-Les dejaría decidir lo que ellos prefieran. Y siempre les voy a apoyar. Si son deportistas, bienvenido sea, cualquier deporte, porque el deporte te mantiene saludable y alejado de las drogas y otros vicios.
Recomiendo a los chicos que practiquen tenis de mesa o cualquier otro deporte. Es una forma de vida y que siempre te va a llevar por el buen camino.

-Habiendo vivido tanto tiempo afuera, ¿cómo ves la realidad paraguaya?
-Cada vez que vengo noto avances. Creo que Paraguay se está haciendo más conocido en todos los aspectos, en negocios, en deportes.
Veo algunos cambios en lo social también. Hoy a las mujeres se les está dando su lugar y también a los jóvenes. Estamos creciendo. Claro que no podemos decir que estamos a nivel europeo. Vamos mejorando, lento pero seguro.
En Europa uno no puede distinguir en la calle a qué clase social pertenece una persona, por ejemplo, todos se visten igual, el de clase social alta tampoco hace ostentación de lo que tiene. En Paraguay se ve mucho la diferencia entre clases sociales. Esa es una realidad que hay que tratar de cambiar porque eso nos va a llevar a mejorar como país.

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Minibío
Marcelo Aguirre Benítez nació en Asunción el 21 de enero de 1993. Es hijo de Claudia Elvira Benítez y de Víctor César Aguirre Antonelli. Tiene dos hermanos menores: Sebastián e Iván.
Estudió en el Anglo-Americano de Ciudad del Este; después en el Cristo Rey, de Asunción; en el Palomino, de Lambaré, y finalmente en el Chiang Kai-shek, de Asunción.


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Carrera olímpica

Participó en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, Londres 2012 y Río 2016. Clasificó a Beijing por wild card, por ser el jugador más joven que estuvo cerca de clasificar, en todo el mundo. En Londres participó tras disputar el clasificatorio y en Río gracias al wild card, como primera reserva del continente. Su mejor clasificación en olimpíadas es haber llegado hasta la segunda ronda.

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Clubes

En Paraguay jugó por el Deportivo Sajonia, Lapacho y el Salesiano. En la temporada pasada, en su segunda etapa europea jugó en España por el Hispalis, de Sevilla; en Francia por el Miramas de Marsella; en Bulgaria por el Dobrich de Sofía; y en Suecia por el Sparvägens BTK.