25 abr. 2024

Con el alma compartida

Al borde

El Día de la Amistad está cercano, ya los encuentros comienzan a planearse para que no haya errores de último momento. Es un día especial que les dedicamos a las personas que han cruzado la vereda de nuestros afectos para volverse, de alguna manera, imprescindibles. Bueno, en nombre de ese afecto sin condiciones, hay que festejar.

Pero, ¿qué han pensado los grandes filósofos doctos y sabios sobre el tema? No puedo empezar sin citar al orador latino Cicerón; desde la antigüedad nos ha legado esta frase: “Qué cosa más grande es tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo”. Y esta verdad es de acero inoxidable, que se nota en el curso del tiempo. No importa quién seas ni en qué lugar de la sociedad estés o a quién tienes que obedecer. La amistad es una rara pieza de colección, que no se reparte sino con el corazón, es el único lugar al que no se puede ingresar “por estar recomendado” ni por imperio del dinero. Se ha llegado a tal punto por mérito propio, si se ha ganado ha sido porque las almas que piensan igual necesitan frecuentarse.

Podemos equivocarnos, ¿quién no ha errado alguna vez? Eso es parte de la aventura de vivir, elegir a alguien para hacer el camino más divertido, seguro y compartido.

A los amigos no se los debe buscar para “matar el tiempo”, sino para darles vitalidad a las horas, pues no podemos parecer a ese falso amigo que nos sigue mientras dura el sol. Los grandes pensadores creen que a un hombre se lo define por los amigos que tiene.

Vuelvo al siempre presente Cicerón, quien dijo: “Este es el primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos solo lo honesto, y solo lo honesto hacer por ellos”. Siguiendo esta sencilla regla, no habrá penas ni olvidos ni traiciones ni a corto o largo plazo.

La amistad es animal de compañía, no de rebaño. Los que se jactan de tener muchos amigos, “que se cuentan por miles”, no tienen siquiera uno. Tienen, eso sí, una banda y con tantas almas distintas generalmente lo único que los une es el dinero o la ambición. Señora, señor, póngase como un deber tener una amistad y apreciará sus efectos curativos. Que aún hoy, en estos modernos días, el que nos escucha con interés y paciencia es una rara pieza de colección. El Día de la Amistad permite volvernos ligeramente “estúpidos y románticos”. Nos volvemos idealistas, sentimos que podemos cambiar el mundo porque compartimos una copa con un amigo. Es un día que nos ilumina el alma que se siente compartida.