ÑEEMBUCÚ
Todo el Ñeembucú continúa con buen tiempo y días soleados. La situación climática es propicia para recuperar los maltrechos caminos: unos 600 kilómetros que fueron inutilizados por la fuerte corriente de las aguas, en algunos casos.
El intenso frío también cedió considerablemente, devolviendo las esperanzas a las miles de sufridas familias afectadas. Si bien muchas comunidades continúan aisladas, los lugareños sostienen que el nivel del agua disminuyó, aunque aún no en la medida esperada.
Miles de hectáreas continúan bajo agua, condicionando la principal fuente económica de este departamento: la ganadería. Los grandes esteros diseminaron su caudal provocando un daño considerable a todos los pobladores de la zona.
Lazos. En la víspera, la presencia de los dos helicópteros del Ejército argentino, que están apoyando el plan de contingencia y cuya presencia fue vital para llegar a sitios inaccesibles, sirvió también para unir lazos familiares; en este caso del capitán Santiago Garay y el sargento ayudante Orlando Brítez.
El primero, uno de los pilotos argentinos, comentó que su padre Idalino Garay, que vive también en Apóstoles, Misiones, nació en la compañía Laguna Itá (San Juan de Ñeembucú). “Cuando nos enteramos de este servicio humanitario me causó una sensación muy especial”, comentó el hombre, quien no ocultó su alegría por visitar la tierra natal de su padre, aunque no se trate de las mejores condiciones.
En uno de los vuelos, al llegar a Laguna Itá, y pudo reencontrarse con familiares que residen en el lugar. “Me siento muy feliz por este encuentro con mis familiares”.
Por su parte, el sargento ayudante Orlando Martín Brítez comentó que su padre, José Arístides Brítez, también es paraguayo, oriundo de San Juan Nepomuceno, distrito de Caazapá, “cuando me enteré de que viajábamos a Paraguay, fue para mí una sensación muy especial, porque viajaríamos a la tierra de mi padre”, afirmó el militar.