Tras el encuentro, que se celebra a puerta cerrada y está previsto que dure varias horas, ambos mandatarios ofrecerán declaraciones a los medios de comunicación, indicaron fuentes oficiales.
El presidente costarricense, que llegó ayer a Panamá procedente de San José, dijo horas antes de subir al avión que es un “buen momento” para afrontar la crisis migratoria y que espera conseguir “mejor coordinación, más armonía y más alineación entre las autoridades” de ambos países.
Los gobernantes compartieron una cena la noche del jueves en esta ciudad limítrofe con Costa Rica y “conversaron en el marco de este encuentro binacional”, en el que también abordarán temas relacionados con el narcotráfico y el intercambio de información en los puestos fronterizos, informaron a Efe fuentes de la Presidencia de Panamá.
Ambos países enfrentan desde hace meses la llegada masiva de migrantes procedentes principalmente de Cuba, Haití y África, que buscan llegar a Estados Unidos y que, sin embargo, se quedan varados en la región por el cierre de la frontera con Nicaragua desde noviembre de 2015.
El paso de migrantes irregulares por Centroamérica y por países como Brasil, Ecuador, Guyana y Colombia es un fenómeno que ha crecido especialmente en los últimos meses y que ha generado tensiones entre las naciones de la región.
Costa Rica y Panamá tomaron la misma decisión que Nicaragua y cerraron sus fronteras para evitar el efecto embudo, aunque ahora están dejando pasar a los migrantes en “flujos controlados”.
En lo que va de año, las autoridades panameñas han brindado atención humanitaria a unos 9.000 migrantes irregulares, que entraron al país a través de la intrincada selva del Darién, frontera natural con Colombia.
Costa Rica, por su parte, atendió a unos 8.000 cubanos entre noviembre de 2015 y abril de 2016, y al menos a 11.000 haitianos desde abril pasado.