Miscelánea. Ahí estaban los fieles con sus promesas y agradecimientos a cuestas. Allá estaban los vendedores de diversos artículos que también buscaban el milagro del ingreso extra. Más arriba, en la explanada del templo, los servidores guiando a la gente y en el costado la larga fila que esperaba el sacramento de la confesión.
No faltaron aquellos que buscaban evangelizar al primero que llegaba. Dentro del templo, el silencio y recogimiento, de fieles sentados, parados, arrodillados en su secreta conversación con la Madre de Dios. Una escena repetida durante todo el día dentro de la iglesia, en instituciones educativas, hospitales y capillas del país donde veneran a María Auxiliadora.
Repletas. “Todas las misas estuvieron repletas. No alcanzaron los 600 lugares. En esta fecha manejamos un promedio de 12.000 personas”, reveló Guido Espínola, encargado de la organización general de la fiesta patronal. Agrega además que la visita del papa Francisco avivó la religiosidad del pueblo paraguayo. “Más que nunca está viva la devoción mariana del pueblo paraguayo”, apunta Espínola.
Emoción. Varias personas quedaban sin palabras para describir lo que la Virgen representa en sus vidas. Algunos iban a agradecer por la cura de una enfermedad o por haberles ayudado en situaciones difíciles. Liliana Britos no llegó sola hasta el templo. La acompañaron sus dos hijitos. Justamente la presencia de ellos fue el motivo por el cual su fe a María se reforzó. Hasta hace un tiempo, no podía quedarse embarazada. Luego de encomendarse a la Virgen, primero vino la niña y luego el niño. Por eso cada año va a agradecer ese milagro. “Ella es la única a quien le mirás y te da el coraje para seguir”, describe con agradecida emoción.