Luchando contra el inevitable techaga’u, Cristell Duarte Cheretti (27), Pedro Villalba Valdez (26) y Ariana González Segovia (25) se destacan en la Escuela de Medicina para Estudiantes Internacionales de la I-Shou University. La carrera tiene una duración de cuatro años y requiere haber terminado primeramente un grado relacionado con las Ciencias de la Salud.
Los tres compatriotas llegaron a Taiwán en setiembre del 2014, gracias al apoyo del Fondo Internacional de Cooperación y Desarrollo (ICDF) del Gobierno taiwanés. Son egresados de la carrera de Instrumentación y Área Quirúrgica de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). La I-Shou University les exige mantener un promedio del 60% en sus notas. Actualmente están cursando el tercer año y ya tratan a los pacientes.
En las clases no está ausente el tradicional tereré. Cuando uno de los chicos se encuentra de vacaciones en Paraguay, la misión obligatoria es llevar, por lo menos, 10 kilos de yerba mate, enunciaron. Sus compañeros latinoamericanos también disfrutan de la infusión.
RECOMPENSAS. Duarte Cheretti manifestó que la vida de un paraguayo puede ser muy difícil en un país tan alejado, en especial si es muy apegado a su familia. No obstante, afirmó que con esfuerzo se pueden lograr todos los objetivos y que al final todo sacrificio tiene sus recompensas.
“Lo más difícil, aparte de estudiar Medicina en otro idioma claro, es aprender el chino mandarín. Luego están los alimentos, que son totalmente distintos, pero con el tiempo uno se acostumbra. Además, la escuela nos dio la oportunidad de cocinar nuestros propios alimentos y para los ingredientes uno se las ingenia. Encontramos una harina de maíz parecida a la nuestra. Hago sopa paraguaya, chipa guazú y mbeyú”, relató.
Añadió que la oportunidad que les ofrecen es única e inolvidable, porque estudiar Medicina en otro país y con tecnología de última generación, no se encuentra a la vuelta de la esquina. Cuando retorne a Paraguay, desea implementar sus conocimientos adquiridos en avances médicos en beneficio de la población, especialmente en el área quirúrgica.
DESAFÍO DIARIO. González Segovia expresó que esta experiencia de vida se convirtió en una aventura, en un desafío diario, dado que, de por sí la Medicina es exigente y extenuante, que requiere el 100% del compromiso de cada uno.
Haciendo una comparación con las clases que recibe en Kaohsiung, la profesional señaló que la enseñanza médica en Paraguay es muy buena, solo faltan más recursos e inversión en infraestructura hospitalaria. Considera que los paraguayos están igual o incluso mejor preparados que los estudiantes de otros países del continente.
Comentó que a su vuelta quiere transmitir desde la cultura taiwanesa, el altruismo y la honestidad de esa noble nación.
“Un mensaje para todos los egresados de alguna carrera afín a la salud que deseen estudiar Medicina, es que esta es la mejor oportunidad que tienen de alcanzar esa meta. No tengan miedo de aplicar, si quieren pueden, deben acercarse a la Embajada (de Taiwán) lo antes posible para reunir los requisitos. Ánimos”, alentó.
Superación. Villalba Valdez, quien se encuentra entre los mejores 15 alumnos de su promoción, indicó que uno de los principales retos es aprender el idioma local para hablar con los pacientes taiwaneses. Con mucha dedicación, él ya lo está consiguiendo, remarcó.
“La vida del estudiante paraguayo se caracteriza por un inicio de techaga’u más incertidumbre. Después de unos meses de exploraciones y de adaptarse a la cultura taiwanesa, ya se supera eso. Siguen otros desafíos dentro y fuera de la vida universitaria. Lo más difícil para mí fue intentar adaptarme a la comida y aprender el idioma mandarín para intentar establecer una comunicación médico-paciente”, apuntó.
Al regresar, tiene como meta compartir la experiencia médica en Taiwán con sus futuros colegas. Desea proponer ideas y estrategias para mejorar el servicio del sistema de salud paraguayo.