Las cifras que evidencian el poderío de la República Popular China son tan impactantes como su misma dimensión geográfica y su peso político en la comunidad internacional. Los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial, estiman que el país asiático podría convertirse en la primera economía mundial tan pronto como a fines de este año.
“Por su destacado desempeño en cuanto a crecimiento económico, comercio internacional, inversión extranjera directa e innovación tecnológica y su papel como fuente de financiamiento internacional, China está modificando aceleradamente el mapa de la economía mundial”, sostiene Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en un reciente informe publicado por la institución bajo el título: Promoción del Comercio y la Inversión con China.
Interpretando esta realidad no solamente económica sino geopolítica mundial, los países de la región están estrechando progresiva y aceleradamente sus vínculos con el coloso.
Así quedó demostrado en la última gira realizada a Latinoamérica por el presidente chino, Xi Jinping, en ocasión de su participación en la Cumbre del BRICS, realizada días atrás en el Brasil.
En su paso por Argentina previo al encuentro, por ejemplo, Jinping y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner suscribieron una batería de acuerdos que incluyen el financiamiento para construir dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz; un crédito por 2.100 millones de dólares para renovar la empresa Trenes Argentinos Cargas y Logística; un swap (intercambio de inversiones) por USD 11.000 millones, y un convenio marco de cooperación en materia económica y de inversiones, entre otros compromisos.
toda la región. Convenios de similar porte fueron refrendados durante el paso del mandatario sino por Cuba, Venezuela y Brasil.
En diciembre del año pasado, el Gobierno boliviano puso en órbita un satélite que le permite facilitar la conexión a internet de una parte importante del interior del país y abaratar los precios de las telecomunicaciones. El proyecto tuvo un costo del orden de UISD 302 millones y fue casi completamente financiado por China.
Muchos analistas, pero también políticos, académicos y diplomáticos de nuestro país se preguntan acerca del motivo por el cual el Paraguay se mantiene al margen de esa gran cantidad de negocios.
Para el ex canciller nacional, Héctor Lacognata, “no tiene explicación racional que, a esta altura, el Paraguay no tenga establecida una relación con la República Popular China”.
Uno de los pocos motivos que lo explican, aduce el ex ministro, es “la fuerte influencia que Taiwán siempre ha ejercido, a través de la diplomacia de la chequera” para evitar que el Paraguay se acerque a China Popular.
Nuestro país, refiere Lacognata, es el único de toda Sudamérica que aún mantiene privilegiadas relaciones diplomáticas con Taiwán.
Para intentar consolidarlas, argumentó, Taipei efectúa donaciones periódicas. como la de 20 millones de dólares destinada a la construcción del Congreso, la de 3 millones para adquirir la sede de la Cancillería y, hace pocos meses, una de 70 millones para que el Gobierno impulse un programa de construcción de viviendas sociales, con un inocultable retorno en términos de adhesión política.
Mientras tanto, agrega el ex canciller, “nuestros países vecinos vienen desarrollando una parcería estratégica con China, sobre todo Argentina y Brasil, con beneficios mucho más significativos”.
El planteamiento, puntualiza, acerca de hacia dónde debería orientarse el Paraguay en términos de política exterior, y las oportunidades que con su implementación tendrían que obtenerse, es, pues, ineludible.