CAACUPÉ
La tenaz lluvia que se abatió sobre Caacupé en la mañana y siesta de ayer impidió que la tradicional celebración del Kurusu Ára se realizara al aire libre, como estaba previsto, pero se cumplió bajo techo.
En el interior de la Basílica de la Villa Serrana, al costado del presbiterio, se ubicó una gran cruz, adornada con chipas y collares hechos de maní, que se repartieron a quienes participaron del rezo.
Los niños celebraron entusiasmados sus jopói (regalos) y los saborearon, al igual que sus familias.
También en el oratorio Inmaculado Corazón de María, en el barrio Loma, los vecinos compartieron un rosario por la Exaltación de la Cruz.
tradición. Festejar el Kurusu Ára también es una tradición para varias familias caacupeñas, como el caso del matrimonio conformado por Carmen Benítez y Florencio Aguilera, que desde hace 32 años reúnen a familiares y amigos para la celebración. La mujer es poseedora de dos cruces, halladas por su padre (Aurelio Benítez) en un lugar donde antiguamente fuera cementerio de la ciudad.
Según don Florencio, las cruces son milagrosas, ya que lo curaron de un mal que lo aquejaba. “Las cruces me aparecieron en sueño y me pidieron que les adorne en un altar con chipas; entonces me recomendé y al día siguiente me sané, el milagro se hizo”, comenta aún emocionado el hombre, que junto a su familia prepara el tradicional Kurusu Jegua, cada 3 de mayo.