La utilización del arma nuclear, producto del Proyecto Manhattan llevado a cabo en el más absoluto secreto durante años, iba a precipitar la capitulación de Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Obama, 44º presidente de EEUU, lo anunció claramente: en esta visita, no iba a juzgar esta decisión de su lejano predecesor Harry Truman ni a pedir perdón. “Compete a los historiadores plantear preguntas y examinarlas pero sé bien, por llevar siete años y medio en mi cargo, que todo dirigente adopta decisiones muy difíciles, sobre todo, en tiempo de guerra”, explicó en una entrevista concedida a la televisión pública japonesa NHK. Sin embargo, en la ceremonia de homenaje de ayer, el presidente estadounidense aludió a las víctimas: “Sus almas nos hablan, nos piden que miremos al fondo de nosotros mismos”. Y admitió: “Los progresos tecnológicos sin progreso equivalente de las instituciones humanas pueden ser fatales”. AFP