La presencia de campesinos en Asunción es una opción de vida, sumidos en la pobreza y este año además agobiados de deudas que pueden significar la pérdida de sus tierras en manos de usureros.
Piden ayuda a Cartes, que parcializado hacia los que ya tienen no les hace caso. No tienen el poder político ni el económico. Tienen solamente el poder de la muchedumbre organizada y el empleo de la desobediencia civil.
Desobediencia que están organizando de una manera indirecta. Para conseguir el subsidio necesario y la condonación de las deudas, transgreden pacíficamente leyes del tránsito en Asunción.
De hecho, después de tres semanas en Diputado y Senadores consiguieron su objetivo y a estas horas ya debieran de estar todos en sus casas.
Pero el viernes Cartes se desdijo y ante la presión de sojeros, ganaderos, empresarios y narcos, vetó las dos leyes. Estamos otra vez como al comienzo hace 23 días.
Ha habido un campesino muerto de neumonía. Vino ya enfermo y debilitado y los fríos de la primera semana, durmiendo sobre el césped y bajo hule negro, acabaron con su vida.
He visto por tevé los planes de la policía para cuando volvieran hoy lunes. Me dan miedo, porque la policía solo habla de carros hidrantes, fuerzas antimotines, rifles con balas de goma y diciendo que les marcan un itinerario que no molesten. Así debilitan a la desobediencia civil.
Me da miedo este plan, porque estos campesinos están en un momento difícil de su vida. Alcanzaron todo y Cartes se lo vetó. Después de los primeros disparos de goma pueden venir otros que maten. Y puede repetirse en la calles de Asunción la masacre de Curuguaty en Marina Cué.