“No es tarde, ni todo está perdido... Aunque te lo parezca. Aunque lo repiten mil voces agoreras. Aunque te asedien miradas burlonas e incrédulas... Has llegado en un buen momento para cargar con la cruz: La Redención se está haciendo –¡ahora!–, y Jesús necesita muchos cirineos”.
“A veces la cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostraba repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: Corazón, ¡corazón en la cruz!, ¡corazón en la cruz!”.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo, un doloroso camino que él elige con libertad absoluta. Él mismo lo dice claramente: “Yo doy mi vida.. Nadie me la quita: la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla”. Y así comienza el camino de la humillación, del despojo, con esta traición. Es como si Jesús estuviera en el mercado. Este cuesta treinta denarios.
Y Jesús recorre este camino de la humillación y el despojo hasta el final.
Jesús alcanza la humillación completa con la “muerte en la cruz”. Se trata de la peor de las muertes, la destinada a los esclavos y a los delincuentes. Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Mirando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo también el sufrimiento de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte (...) Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el crucifijo. Él ha tomado sobre sí el sufrimiento humano, se ha endosado todo ese sufrimiento»”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal y http://es.catholic.net/op/articulos/14470/la-traicin-de-judas.html)