El 2016 se viene cargado de incertidumbre. Los desequilibrios en las economías argentina y brasileña vienen afectando desde varios años atrás. Más allá de las fronteras latinoamericanas, también se observa una fuerte desaceleración económica, especialmente de China y Europa, lo que afectará a Paraguay.
Nuestra economía –sumamente abierta, con alta dependencia de pocos productos y mercados, y con serios obstáculos para emprender una rápida trayectoria al aumento de la productividad y competitividad– debe enfrentar un nuevo desafío. El cambio de gobierno en la Argentina, a juzgar por las decisiones tomadas en los primeros días, afectarán de manera directa a Paraguay.
Las nuevas medidas, si bien aún no pueden estimarse su efecto negativo, por lo menos generan dudas frente al augurio positivo casi exagerado de varios analistas que hicieron conocer sus opiniones días antes de las elecciones.
Paraguay no puede desconocer que la producción agropecuaria argentina es altamente competitiva en el mundo, no solo por su elevado nivel de productividad, sino también por sus estándares de calidad. Esta posición ventajosa en el mercado mundial será difícil de enfrentar.
Paraguay se ha insertado internacionalmente, pero su posición es endeble. Su principal factor de competitividad han sido los bajos precios. Competir en calidad es todavía un desafío.
A la retracción económica mundial ahora se agrega la posible inserción internacional de la Argentina con mayor fuerza como un competidor en casi los mismos bienes producidos por nuestro país.
La negociación con Yacyretá es otro de los factores que marcará la relación positiva o negativa entre los dos países. Los fundamentos del optimismo se encuentran en la “buena voluntad” del nuevo Gobierno; sin embargo, la mayor responsabilidad está en la capacidad de los funcionarios paraguayos de generar y acordar una agenda favorable al país.
La política cambiaria también nos afectará. Habrá que esperar a qué nivel se ubicará la relación dólar-peso para estimar el efecto neto, ya que cualquier movimiento en el tipo de cambio tendrá resultados positivos para unos ámbitos y negativos para otros. Lo que sí es claro es que su impacto se transmitirá casi inmediatamente a nuestro país.
Como lo decíamos en este espacio, las buenas relaciones entre el presidente argentino Mauricio Macri y el paraguayo Horacio Cartes pueden ayudar a establecer vínculos que faciliten la comunicación. Pero eso no implica que los problemas económicos no tengan que ser abordados desde el Gobierno paraguayo con la claridad y celeridad que requieren.
Dependiendo de la rapidez con que el Gobierno argentino tome las decisiones e implemente acciones para concretarlas efectivamente, los efectos empezarán a sentirse en Paraguay. Y hay que tomar precauciones desde ahora.
El Gobierno paraguayo debe estar atento a los cambios en la política económica argentina.