En una conferencia que he dictado la semana pasada, un participante abrumado con los datos de la grave crisis que viven Argentina y Brasil me preguntó: ¿Qué debe hacer el Paraguay para enfrentar este entorno tan desfavorable?
Entonces recordé una noticia que había leído sobre un aviso publicado por el canciller de Rumania en un diario de Londres en la década de los cincuenta, que decía: “Cambio una excelente política exterior por una mejor ubicación geográfica”. Recordemos que en el siglo pasado, Rumania sufrió varias veces la invasión de los ejércitos de sus vecinos rusos y alemanes durante las dos grandes guerras mundiales.
Por supuesto que el aviso era un chiste, pero en el fondo es una moraleja que alerta sobre la enorme influencia que tiene para un país, su ubicación geográfica favorable o desfavorable.
Si con ese enfoque observamos al Paraguay, vemos que tiene un territorio pequeño y mediterráneo rodeado por dos grandes e inestables países como son Argentina y Brasil. En este momento, el escenario político y económico que se observa en ambos países es de los peores que uno recuerde en mucho tiempo.
Brasil se encuentra prácticamente sin gobierno, con su presidenta Dilma Rousseff a punto de ser destituida y con una clase política tremendamente desprestigiada por una gigantesca corrupción.
Los más de doce años de gobiernos populistas del PT dejaron a la economía brasileña destrozada. En el año 2016 se espera que por tercer año consecutivo el PIB siga cayendo, esta vez en un 3,8% y que el déficit fiscal alcance el 10,3%, uno de los mayores del mundo.
La situación de la Argentina también es mala, a pesar de que el nuevo gobierno de Macri haya tomado numerosas medidas para normalizar la economía, después de la desastrosa gestión del kirchnerismo.
Levantó el cepo cambiario y normalizó las relaciones con el mundo, pero el PIB caerá este año un 1% y no se vislumbra cómo va a reducir el crónico déficit fiscal que hoy supera el 7,37%, también entre los mayores del mundo. El problema es que para reducir este déficit, Macri debe, o aumentar impuestos o disminuir gastos –ambos impopulares– y es muy difícil que pueda hacer aprobar cualquiera de esas iniciativas en un Congreso dominado por la oposición.
En resumidas cuentas, los dos países que juntos tienen el 97% del PIB del Mercosur van a estar por un buen tiempo envueltos en graves crisis económicas y políticas, y eso lógicamente tendrá su impacto en el Paraguay que representa apenas el 1% del PIB del Mercosur y que tiene una enorme relación de dependencia con los mismos.
Pero no quiero concluir este artículo sin responder a la pregunta ¿qué debe hacer el Paraguay ante este escenario?
Mi primera respuesta se basa en lo que NO debemos hacer. Y lo que no debemos hacer es copiar las recetas populistas que han llevado al desastre a nuestros dos grandes vecinos, que con el pretexto de ayudar a los pobres, incrementaron tremendamente los gastos públicos, asfixiaron con impuestos a los sectores productivos y con cambios de reglas ahuyentaron la inversión.
Mi segunda respuesta contempla lo que SÍ debemos hacer y que es hacer SIEMPRE lo que debemos hacer si queremos el desarrollo de nuestro país. Debemos estimular la inversión pública y privada y reducir los gastos corrientes; debemos mejorar radicalmente la calidad de nuestra infraestructura y de nuestra educación; debemos mejorar sustancialmente nuestras instituciones y librar una lucha frontal contra la exclusión y la pobreza.
El Paraguay tiene poco margen para hacer políticas anticíclicas. Lo que el Paraguay debe tener es una política de desarrollo y aplicarla a rajatabla tanto en épocas buenas como en épocas malas.
Recordemos que el papa Paulo VI en su Encíclica Populorum Progressio decía: “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”.