Diversos estudios nacionales y provenientes de organismos internacionales dan cuenta, desde hace varios años, acerca de los riesgos que implica la estructura productiva y exportadora de nuestra economía. La alta dependencia económica de la agricultura y de pocos rubros de exportación tiene varios efectos negativos de relevancia. En primer lugar, genera una dinámica de crecimiento económico altamente volátil, lo cual afecta a la productividad y a las inversiones.
La incertidumbre derivada de las fluctuaciones económicas muy pronunciadas reduce el ahorro de las familias y desincentiva las innovaciones y la inversión en las empresas. De esta manera, se rompe la relación virtuosa entre ahorro e inversión, a la par de inhibir la incorporación de nuevas técnicas de producción, imprescindibles para aumentar la productividad y los ingresos.
Por otro lado, este modelo agroexportador poco diversificado, además de estar al arbitrio del clima y de los precios internacionales, contribuye poco al volumen de empleo que el país requiere teniendo en cuenta la gran cantidad de jóvenes que anualmente ofrecen su principal capital al mercado: su fuerza de trabajo.
El sector agropecuario que solo provee materia prima o bienes con poco valor agregado para la exportación, tiene un impacto menor y con muchas fluctuaciones en el sistema tributario, lo cual reduce la posibilidad de financiar políticas que generen cambios estructurales en la matriz productiva y contribuyan a la reducción de la pobreza y las desigualdades.
Estas razones exigen al Gobierno la implementación de políticas que transformen productivamente al país, lo cual requiere instituciones sólidas en la gestión de las mismas. El Ministerio de Industria y Comercio, el Ministerio del Trabajo y las instituciones financieras públicas tienen un rol central en este objetivo. Pero también adquiere gran relevancia el Ministerio de Relaciones Exteriores a través de sus funcionarios asignados en el exterior. Estos deben estar preparados para ofrecer y vender la producción paraguaya en mercados competitivos y exigentes, y que retribuyen con mejores precios que los actuales.
Por ello es necesario mejorar la gestión de los programas, así como de las instituciones y sus funcionarios, incluyendo al personal diplomático. Estos deben ser capaces de encontrar nuevos mercados, de manera a diversificar la oferta productiva y reducir la dependencia económica de factores altamente riesgosos como el clima y pocos mercados internacionales.
La transformación productiva es urgente, atendiendo a que el mundo está siendo testigo de una retracción económica que afecta particularmente a los bienes que Paraguay exporta, situación que ya se observa en la caída de la demanda y de los precios internacionales de la soja.