La noticia no era tanto que la directora del Centro Cultural El Cabildo, Margarita Morselli, haya ido hasta un supermercado a comprar una escoba y varios productos de limpieza, utilizando un automóvil de propiedad del Estado.
No. La noticia más interesante es que hubo un ciudadano llamado Arnaldo González Gauto, quien percibió que lo que estaba haciendo la funcionaria no era algo correcto, la esperó pacientemente a la salida del local comercial para increparla por su proceder en el nombre de la ciudadanía, y además registró esa situación grabándola en video con la cámara de su teléfono celular. Un caso más que se agrega a nuestra lista de “los justicieros del smartphone”.
Aunque está muy bien que los medios de comunicación remarquen los abusos que con tanta frecuencia e impunidad cometen los funcionarios –por más que la señora Morselli haya querido justificar que se trataba de una “compra de emergencia” para una actividad oficial, existen procedimientos a seguir para hacer compras desde instituciones estatales–, en realidad lo más interesante a destacar de este episodio es el gesto vigilante del ciudadano, rompiendo la acostumbrada pasividad para salir a controlar a las autoridades y exigirles que rindan cuenta de sus actos.
La corrupción no es noticia nueva. Pero si resulta nueva –o al menos inusitada– esta actitud de celo ciudadano sobre la cosa pública que empieza a extenderse en algunos sectores de la sociedad, desde el gesto individual y solitario de Arnaldo González Gauto ante las compras de doña Margarita, hasta la masiva revuelta estudiantil de #UNAnotecalles por la corrupción en las universidades, pasando por los chicos y chicas que barrieron con la basura electoral en varias ciudades del país, hasta la vigilia de los padres y madres frente a la Municipalidad de Lambaré para que no se roben documentos sobre el caso Fonacide.
No comparto el gesto pesimista de muchas personas en las redes sociales de internet, cuando ante alguna nueva revelación de casos de corrupción postean: “Qué mal estamos”, o “qué podrida está nuestra sociedad”. Para nada. Justamente, la verdadera buena noticia es que hay una nueva actitud de vigilancia y de reclamar transparencia, de movilizarse para denunciar lo que está mal, para pedir que se corrijan las irregularidades y se castiguen las faltas.
Hay cada vez más gente en busca del cambio, y de esa nueva conciencia tendrá que emerger un nuevo país.