16 abr. 2024

Busquemos el camino del medio

Por Alberto Acosta Garbarino Presidente de Dende

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Alberto Acosta Garbarino

Si tuviéramos que hacer un análisis retrospectivo del actual Gobierno del presidente Cartes, dividiríamos el mismo en dos grandes etapas.

En la primera etapa, iniciada en agosto del 2013, el nuevo Gobierno tuvo un comienzo político arrollador. En los primeros noventa días hizo aprobar importantísimas leyes que se encontraban paralizadas en el Congreso desde hacía mucho tiempo.

Primero fue la modificación de la Ley de Defensa Nacional, que le otorgó al presidente el poder necesario para usar a las Fuerzas Armadas en el caso de conflictos internos sin necesidad de solicitar el estado de excepción; luego fue la Ley de Responsabilidad Fiscal que limitó el déficit fiscal pero sobre todo limitó el populismo del Congreso; y por último la Ley de Alianza Público-Privada que permite al Gobierno contratar a empresas privadas para la construcción y explotación de infraestructura pública.

En ese primer periodo prácticamente Cartes se llevo por delante al Congreso, dejando la sensación de ser un presidente todopoderoso que prácticamente no tenía contrapeso.

A los que creemos en el desarrollo en democracia de nuestro país, lo que ocurrió en esta etapa nos dejaba un sabor agridulce. Por un lado, nos gustaba que el presidente tuviera la capacidad de gobernar y de llevar adelante su programa de gobierno; pero por otro lado, nos preocupaba la inexistencia de una oposición que limitara y contuviera dicho poder presidencial.

No olvidemos que la base de una República consiste en reconocer que el poder tiene una fuerza natural, que si no es contenida y limitada, tiende a convertirse en autoritarismo.

Por eso las Constituciones republicanas dividen el poder en tres: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial y busca que en todo momento entre los mismos exista un balance y un equilibrio.

Esta primera etapa de un Cartes todopoderoso llega a su final en febrero del 2015 cuando –inesperada e inexplicablemente– se inmiscuye en las internas para la presidencia del Partido Colorado, imponiendo para la misma la candidatura de un desconocido.

Pareciera que esa fue la gota que colmó el vaso de muchos dirigentes colorados y a partir de ahí, se ha conformado un grupo de importantes senadores que abiertamente se están enfrentando al presidente.

La capacidad que tiene este grupo de bloquear al presidente es muy grande. Ya lo demostraron rechazando una ley clave como la de Garantías al Inversionista y eligiendo a Linneo Ynsfrán como candidato a miembro de la Corte Suprema de Justicia.

Así como en la primera etapa tuvimos un Gobierno de Cartes arrollador, corremos el riesgo de tener una segunda etapa de parálisis y desgobierno.

Otra vez, a los que creemos en el desarrollo en democracia del Paraguay, nos preocupa que esta parálisis política nos impida avanzar en las grandes reformas institucionales y microeconómicas que el país necesita para continuar creciendo.

Necesitamos reformar nuestro Poder Judicial, necesitamos mejorar nuestra infraestructura física y necesitamos invertir fuertemente en educación, salud y vivienda.

En el Budismo se utiliza la expresión “el camino del medio” para describir el camino seguido por Buda en busca de la sabiduría. Ese camino del medio no significa tibieza ni mediocridad, sino significa usar la razón para evitar llegar a los extremos.

Si queremos el desarrollo en democracia para nuestro país, necesitamos que la clase política tenga la sabiduría para separar los temas que nos unen como nación de los temas partidarios que nos separan; y tenga, la sabiduría para limitar el poder absoluto del presidente pero sin impedirle gobernar.

Así como en la primera etapa de Cartes nos preocupaba el autoritarismo, en esta segunda etapa nos preocupa el inmovilismo. Ambas opciones no son buenas para el desarrollo en democracia del Paraguay.

Busquemos el camino del medio.

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