En Río de Janeiro, operarios municipales retiraban los esqueletos calcinados de los 8 autobuses que fueron quemados y quitaban vidrios y destrozos de material urbano que quedaron regados por las calles. Cerca de Cinelandia, una plaza céntrica donde se sitúa la asamblea local y el teatro municipal, el clima se asemejó por momentos a una zona de guerra. “Fue terrible. Los gases llegaron hasta mi departamento. Son absurdos estos destrozos. La huelga busca mejorar la vida de la gente, pero esto lo pagaremos entre todos”, dijo Laura Resende, una vecina que trabaja en un laboratorio médico.
Durante la madrugada se produjo un incendio en el teatro municipal, ya controlado. Un empleado de esa sala relató que el fuego podría estar relacionado con los objetos lanzados por activistas radicales.
Las manifestaciones en rechazo a una reforma que busca extender la edad mínima para jubilarse y flexibilizar los contratos de trabajo tuvieron su punto culminante durante el atardecer y la noche. AFP