Amigos desde pequeños de un barrio a las afueras de Madrid, Boa Mistura (“buena mezcla” en portugués) nació en 2010 cuando Javier Serrano, Pablo Purón, Juan Jaume, Pablo Ferreiro y Rubén Martín acabaron la universidad y decidieron apostar por lo que siempre les había gustado: el arte urbano, el grafiti, el color.
Siete años después, con un equipo ampliado y trabajos en países tan dispares como España, Kenia, Georgia, Argelia, Panamá, Austria o ahora en Paraguay, Boa Mistura ha desarrollado una pauta de trabajo concreta para revalorizar e inspirar a comunidades de escasos recursos y a su gente y colorear barrios enteros.
Para ellos, sus trabajos, como el que realizan estas semanas en el histórico y deprimido barrio de “la Chacarita” en Asunción, en colaboración con el Centro Cultural español Juan de Salazar y la Municipalidad capitalina, necesitan de la participación de los vecinos para que la obra tenga sentido.
“Para mí el factor fundamental son los vecinos, los que al final te arropan y se contagian de la energía de pintar, de transformar su entorno, su calle, y si ellos se contagian es muy fácil porque cuantas más manos seamos más metros podemos pintar”, afirmó Serrano.
El artista destacó que los proyectos ya no se enfocan en pintar un muro, sino que es cuestión de embellecer un barrio entero y “el fin lo marca el propio lugar, las personas y el tiempo”.
Jaume, por su parte, señaló “que los lugares más abandonados son los que más necesitan y es donde más sentido tiene cualquier tipo de intervención artística”.
“Los vecinos acogen la propuesta como algo bueno, se la echan al hombro y son los primeros que están ayudando a montar los andamios, a pintar. Esta química tan directa con el receptor de la obra es lo que te da a ti también energía”, remarcó Purón.
Esta fórmula, Boa Mistura más vecinos, nació en 2011, de una experiencia primeriza en este formato que realizaron en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) donde gracias a la ayuda de los habitantes del lugar donde trabajaban consiguieron acabar el proyecto, lo que les mostró el camino a seguir para futuras acciones.
“Se generó una energía brutal y maravillosa y vimos que los chavales se empoderaron y eso es lo que nos inspiró a nosotros a ir replicando esa manera de trabajar, que luego con el tiempo hemos ido perfeccionando”, señaló Ferreiro.
Desde entonces, el arte de Boa Mistura ha coloreado favelas en Brasil, villas en Chile, “slums” (barrios de chabolas) en la India o barriadas en Colombia, Nicaragua, Perú o Cuba.
Latinoamérica tiene para ellos una especial predilección, porque “tiene la apropiación que hace la gente del espacio público (...), que en Europa es imposible por la cantidad de normativa que ahí”, explicó Jaume.
“En Viena, por ejemplo, es todo muy neutro y gris, muy correcto, como la gente. Latinoamérica es ruido, vida, ajetreo, caos, y eso se refleja y es bonito porque los lugares están vivos. Es un lugar muy verde para el arte urbano y el trabajo en la calle. La vida es en la calle, siempre está pasando algo”, reafirmó Purón.
Al final para ellos todos estos proyectos se resumen, más allá del resultado artístico, en tocar “capas invisibles” de esas comunidades.
“Tocan a las personas, generan relaciones y las tejen para cohesionar a las comunidades, mejoran y generan un espacio más digno en el que vivir que hace que los vecinos estén más orgullosos porque su lugar es más bonito”, dijo Purón.
Alberto Peña