Más de 60.000 fanáticos uniformados con camisetas negras y melenas, que en muchos casos no aguantaron el paso inexorable del tiempo, presenciaron la misa negra que ofició el incombustible Ozzy Osbourne, junto a sus secuaces Tony Iommi y Geezer Butler, en su gira de despedida The End.
La homónima Black Sabbath fue el preludio del concierto en la capital chilena, como lo fue en la Inglaterra de 1970, cuando esta canción, que según palabras del mismo Osbourne es la melodía más aterradora de la historia, le dio el nombre al primer disco de la banda y cimentó las bases del rock.
Un viaje a la nostalgia, pero también a la tristeza, genera la partida de esta banda de heavy metal en años en que los sonidos que dominan son muy diferentes. Eso fue lo que sintieron los fans chilenos tras escuchar “Fairies wear boots”, “After forever” y “Into the void”.
El rasposo aullido de Ozzy emocionó al público del Estadio Nacional con canciones como “Snowblind” (una apología de la cocaína), “War pigs” (el tema que paralizó 60.000 corazones) y otras popularizadas por una de las primeras bandas contemporáneas en utilizar el tritono.
La gira The End continúa ahora en Argentina, Brasil, Alemania e Irlanda, para concluir el próximo 4 de febrero en la ciudad donde comenzó todo: Birmingham. EFE