Biden se reunirá con el primer ministro kosovar, Isa Mustafa, y con el presidente, Hashim Thaci.
Por la tarde, asistirá junto con su esposa, Jill Biden, a una ceremonia en una carretera que conduce hasta la base militar estadounidense de Bondsteel y que llevará el nombre de su hijo Beau, fallecido de cáncer el año pasado.
La agenda incluye también una visita de Jill Biden al monasterio medieval ortodoxo serbio de Gracanica, cerca de Pristina.
Los kosovares consideran a Estados Unidos su principal aliado en la edificación y consolidación de la independencia que esa antigua provincia serbia poblada por una gran mayoría de albaneses étnicos autoproclamó en 2008, pero que Belgrado no reconoce.
No obstante, Kosovo y Serbia llevan a cabo un diálogo bajo el amparo de la Unión Europea (UE) para normalizar sus relaciones.
Ese diálogo, que es una condición para el acercamiento a la UE de los dos países, se ha visto ralentizado en los últimos meses por la crisis política en Kosovo, donde la oposición se opone a unos acuerdos alcanzados en este marco que deberían ceder más autonomía a la minoría serbia.
Los analistas kosovares indican que Biden tratará de animar a Kosovo a solucionar los numerosos problemas que tiene para impulsar el proceso de acercamiento a la UE, el desarrollo económico y la lucha contra la corrupción, entre otros.
Biden se desplazó a Pristina procedente de Belgrado, donde comenzó el martes una gira por Serbia y Kosovo con el objetivo de impulsar la normalización de las relaciones entre ambos países balcánicos y abordar otros asuntos regionales.
En Belgrado, Biden subrayó que el liderazgo de Serbia es crucial para la estabilidad y reconciliación en los Balcanes occidentales, y reconoció que este país ha dado pasos importantes para la reconciliación en la región.
En la región balcánica, que hace más de dos décadas sufrió una serie de conflictos armados a raíz de la descomposición de la antigua federación yugoslava, todavía surgen con facilidad tensiones y problemas a pesar de los progresos dados.