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¿Cómo llega uno a elegir cuál será su vocación? La respuesta la encuentra Ati Troche en los recuerdos de su casa, donde su niñez se desarrolló entre amenas charlas en torno a retazos de telas, diseños y tertulias artísticas.
Su amor al diseño y al arte se le fijó de muy pequeña. “Estuve envuelta en telas, como se diría, gracias a que mi abuela y mi mamá cosían. Además, mi abuela y sus hermanas eran amantes de la moda. Hacían alta costura, una bordaba, la otra tenía un taller en Buenos Aires, Argentina. Hacían propuestas para novias y madrinas. Y yo, que era chiquitita, escuchaba todo eso, detrás de ellas”, señala.
Al frecuentar el taller de su abuela refiere que de a poco, como “jugando”, empezó a coser y a dibujar, encontrando una pasión que la acompaña hasta ahora. “Cuando uno hace las cosas con pasión, se mantiene en el tiempo”, destaca.
Ati es madre de Ernestina, Facundo y Teresita María; y abuela de María Gabriela y María Victoria, y recientemente viuda de Eduardo Aguadi Vargas Peña. Se define como una mujer que no se deja estar y que prefiere darle a cada día un significado distinto. “No me gusta que todos los días sean iguales”, enfatiza.
De entre sus tres hijos, la mayor, Ernestina Vargas Peña, es la que la acompaña en la moda. “Ella se encarga de todos los tocados, accesorios y bordados; lleva mi agenda y la parte administrativa, que es la más importante y que realmente odia cualquier artista. Manejar esa parte me hace perder tiempo, me hace bajar a la tierra y el artista no puede estar en la tierra”, manifiesta.
Troche fue criada en una casa llena de varones “Soy única hija mujer, en mi familia hay muy pocas mujeres, pues tengo tres hermanos. Gracias a Dios tuve dos hijas mujeres y un varón, que es el del medio. Por eso digo que tengo tantas amigas, como no tengo hermanas, tengo hermanas adoptivas”, expresa, entre risas.
Ati confiesa que venir de una casa de varones le sirvió mucho para trabajar en otras áreas. “Trabajé en la Vicepresidencia de la República y en la Presidencia, como directora de relaciones públicas y protocolo, por cinco años; creo que me desenvolví bastante bien entre una mayoría de hombres”, añade.
Para ella es necesario que las mujeres conquisten más espacios en la sociedad. “Espero que la mayoría masculina se acorte con la venida del papa Francisco. Creo que las mujeres vamos a estar atropellando con más fuerza nuestros espacios después de esta visita”, dice.
el arte. La diseñadora aprendió a cantar y tocar la guitarra de oído. Lo hizo para lograr inmiscuirse en las reuniones entre poetas, cantantes y actores que se desarrollaban en su casa cuando era muy pequeña. A los 15 años fue invitada por el cantautor Maneco Galeano a cantar con el grupo Sembrador, con quienes grabó los discos Navidad con Sembrador y En tus caminos Latinoamérica.
Ati recuerda que en esa época le tocó de cerca la dictadura. “Salté de los escenarios, corrí de la policía” y añade: “Yo nací con la dictadura, y mis padres sufrieron mucho en esa época. Viví en mi familia mucho dolor a raíz de estos gobiernos totalitarios que espero, por gracia de Dios, vayan desapareciendo”.
La modista también estudió teatro, siguiendo así los pasos de su padre Julio César Troche, quien fue director fundador de la compañía teatral Roque Centurión Miranda. Aunque alejada de los escenarios y las tablas, el arte es vital para ella. “El arte trae alegría, transforma al ser humano en una persona más feliz. Una sociedad que no tiene arte es una sociedad triste”, concluye.