Lo más destacado de la primera noche fueron las presentaciones de Robert Plant (ex vocalista de Led Zeppelin) y Jack White.
St. Vincent fue la que más tarde llegó a Paraguay, de los artistas internacionales, y fue la primera extranjera en tocar, luego de La de Roberto y Flou. Realmente el público no quería que la cantante y multiinstrumentista se bajara del escenario tras su perfomance.
La artista fue una de las gratas sorpresas que tuvo el evento, gracias a su voz, su técnica en la guitarra y sus coreografías.
Algunos se quedaron con ganas de escuchar Your lips are red. Annie Clark, Toko Yasuda, Matt Johnson y Daniel Mintseris sintieron el calor paraguayo y eso los motivó a dar un show cautivante.
Más tarde, la banda neoyorquina Interpol, que desde su primer disco para acá ganó mucha popularidad, hizo valer sus temas con un repaso por su discografía. Paul Banks hablaba muy bien el castellano. Por esta razón pudo relacionarse mejor con sus seguidores.
Punto aparte para Daniel Kessler. Su guitarra no envuelve, más bien te abraza y te lleva de paseo mientras suenan las canciones. Los puntos altos estuvieron en My desire, Rest my chemistry y The New, aunque el single Evil también se llevó muchos aplausos.
Tras su presentación, llegó el turno de Foster The People, la banda norteamericana que puso a miles a moverse con pop bailable y canciones que invitaban a soltarse.
El grupo, liderado por Mark Foster (un vocalista que conquistó con sus bailes), propuso un show muy atractivo, con animaciones de colores vivos que se complementaban con los temas Miss you, Best Friend y la popular Pumped Up Kicks, que selló el concierto con gran aprobación.
Posteriormente entró la banda The Kooks, liderada por Luke Pritchard. Los integrantes ingresaron con todo, sabiendo que no la tenían fácil. Enfrente tenían a muchos que querían ver a The Smashing Pumpkins, y atrás de ellos a nada más y nada menos que Billy Corgan, que aguardaba el turno.
Los seguidores de la agrupación los acompañaron con gritos en canciones como Always where I needed to be, Naïve y Junk of the heart. El problema es que lo más esperado llegaba ya justo detrás de los ingleses: el show de la banda norteamericana liderada por Corgan, a quien se lo vio ejecutando numerosas guitarras a lo largo de su presentación, y con una impresión noventosa anti-sistema.
Con media hora de retraso, y el bullicio provocado por algunas personas que querían que The Kooks concluyera su show, Corgan y sus compañeros (entre ellos Mark Stoermer, de The Killers, y Brad Wilk, de RATM) salieron a escena interpretando Cherub Rock, que fue recibida con euforia por un público que solo quería continuar la noche con el rock oscuro y sensible que propone esta agrupación.
El vocalista siguió con Tonight Tonight, un clásico que en esta noche demostró una vigencia esperada. Un himno a la juventud que abandona su punto de partida para llegar a la madurez. El grupo interpretó sus temas más populares, como Ava Adore, 1979 y Stand inside your love, que coronó un show con actitud.
La banda, que fue muy popular en los noventa, vino al país en el marco de una gira de promoción de su último cd, Monuments to an Elegy. Algo negativo, de lo cual la banda no tiene ninguna culpa, es que una parte del público comenzó a acercase al escenario Dos (donde en minutos se presentaría Robert Plant) cuando la agrupación aún no terminaba de tocar. Pero esto no impidió que el vocalista siguiera cantando y que sus fans siguieran encantados.
Minutos después llegó el momento de Robert Plant. La banda del legendario cantautor abrió con el cover clásico Babe, I’m gonna leave you, y siguió con Turn it up, que sacó con los Space Shifters.
Secundado por Liam Skin Tyson, Justin Adams, John Baggot, Billy Fuller, Dave Smith y Juldeh Camara, Plant expuso todos sus dotes en Paraguay.
Interpretó algunos temas del cd que sacó con su actual banda (entre ellos obviamente el single Rainbow), con los que demostró su variedad musical.
Para satisfacción del público, repasó clásicos de Led Zeppelin como Black Dog, una versión diferente de Whole lotta love y Rock and roll, tema insigne de la banda conformada también por Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham, con quienes cimentó una de las formaciones más grandes del rock.
Volvió para hacer ese último tema y desató un pogo furioso frente a él. La genialidad de Plant siempre estuvo ahí en su voz, a pesar de los cambios que sufrió. Más de uno no podía creer tenerlo tan cerca, y a la vez todos querían abrazarlo, cantar con él y compartir una cerveza en el escenario.
Ni bien Robert Plant se despidió ovacionado, el público volvió frente al escenario Uno para la anunciada presentación del talentoso cantante y guitarrista norteamericano Jack White.
El cambio total de la escenografía, compuesta por un televisor antiguo en el centro, fue el punto inicial de esta genial interpretación, acompañada por un ambiente que pareciera sacado de los años 60.
White y sus músicos entraron minutos después de las 00.30 con un show de altos decibeles, buena interpretación instrumental y talento de años de trabajo.
El artista, que anteriormente formó parte de The White Stripes, irrumpió con la popular canción Icky Thump, que sacudió a los seguidores.
La noche de rock siguió con una rebosante interpretación de violín a cargo de Lillia Mae Mae Rischie, en el tema instrumental High Ball Stepper, que forma parte de Lazaretto, el último cd de White.
Además de Rischie, los otros músicos son dignos de elogios, sobre todo el baterista Daru Jones, quien en Lazaretto dejó ver su disposición a los ritmos fuertes. Un batero enérgico para un show intenso.
La violinista también acompañaba en las voces. Sus aportes se apreciaban en canciones como Hotel Yorba y Temporary Ground, donde escuchamos el teclado y la guitarra country que abunda en los temas de las dos primeras placas solistas de White, además de los ritmos de blues rock.
Las distorsiones de su guitarra, que hace juego con el ambiente azulado del escenario, son parte del paseo por la respetada trayectoria del músico estadounidense, que incluso recuerda a su agrupación The Raconteurs con Steady, As She Goes; y no olvida que en el pasado, un hit lo popularizó bastante: Seven Nation Army, un clásico que desde la primera nota fue apreciado por los asistentes con saltos y gritos de euforia.
White demostró una actitud provocativa y el apego por las improvisaciones y la sinergia activa entre los músicos. Veíamos así la nueva impronta del artista.
En un momento preguntó si el rock estaba muerto en Paraguay, y él mismo, y las bandas que lo precedieron, confirmaron que esto aún está por verse.
La primera fecha del evento concluyó con esta talentosa presentación y puso de manifiesto un encuentro generacional entre talentosos exponentes y jóvenes músicos que se hacen un hueco en el mundo de la música a base de innovaciones y provocación.
El rock, así como lo vimos en este festival, todavía tiene mucho por ofrecer.
