La dramática situación que están sufriendo miles de pobladores en la zona Sur del país, especialmente en localidades de los departamentos de Misiones y Ñeembucú, afectados por las crecidas de ríos, arroyos, lagunas y humedales, está movilizando nuevamente la solidaridad de toda la ciudadanía.
Desde diversas instancias, como sectores de la sociedad civil, organizaciones religiosas, entidades de beneficencia y medios de comunicación, se están promoviendo campañas de solidaridad para recolectar aportes en dinero, alimentos, abrigos, ropas, calzados y otros elementos, con el fin de prestar asistencia a los inundados, que en muchos casos han quedado totalmente aislados por las aguas y ya han agotado sus reservas de víveres, además de sufrir la mortandad de sus animales y la destrucción de sus cultivos.
La asistencia brindada desde los organismos del Estado resulta totalmente insuficiente y es importante responder con un espíritu de ayuda, colaborando activamente en tareas de asistencia que pueden ayudar a salvar vidas, por más que sea una acción puramente coyuntural e inmediatista, pero también es fundamental exigir a las autoridades mayor celeridad en buscar soluciones definitivas a esta problemática que se repite periódicamente.
Es cierto que algunas acciones importantes se están emprendiendo. Por un lado, hay que aplaudir que se haya decidido extender la avenida Costanera de Asunción, en su actual tramo norte y en su próximo tramo sur, con un trabajo social que permita a los pobladores de los bañados no ser expulsados, sino que puedan ser debidamente protegidos con sistemas de defensa costera, con derecho a condiciones de vida digna en el mismo lugar.
También la construcción de la ruta Villeta-Alberdi es un primer paso para poder conectar a una localidad históricamente aislada con cada crecida, y su posterior extensión hasta la ciudad de Pilar también resultará fundamental en este proceso, pero se requiere mucho más.
Las localidades como Humaitá, Paso de Patria, Cerrito, Laureles, Yabebyry, Takuaras, Guazú Cuá, San Juan de Ñeembucú, entre muchas otras, siguen padeciendo la falta de caminos y de asistencia técnica que les permita romper un aislamiento que ya lleva siglos.
Se necesitan más rutas que conecten a más pueblos y ciudades, como también muros de contención que sean realmente efectivos para contener las aguas desbordadas, planes de reubicación y proyectos de mejoramiento integral.
Con todo lo que se ha gastado en asistencia coyuntural, se podría haber invertido en más tareas de defensa y desarrollo.