29 mar. 2024

Arzobispo advierte que ante intereses económicos, droga permea escuelas

Monseñor Edmundo Valenzuela denunció que la mayoría de los niños y jóvenes en situaciones precarias consumen estupefacientes para calmar su hambre o escapar de su “cruel y desesperanzadora realidad”.

Multitudinario.  Miles de fieles llegaron hasta la Basílica de Caacupé durante todo el día   en busca de sosiego y esperanza.

Misa en Caacupé. Foto archivo

El arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, urgió a toda la sociedad y al Estado –en su responsabilidad– a combatir el narcotráfico para prevenir el consumo de drogas que afecta principalmente a los jóvenes adictos al chespi o la marihuana. “El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a familias ricas y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres”, sostuvo el prelado en víspera de la fiesta de la Virgen de Caacupé.

Valenzuela denunció que la comercialización de la droga es un hecho cotidiano en muchos colegios y escuelas, debido a los enormes intereses económicos en torno a ella. Consecuencia de ello –resaltó– es el gran número de personas, en su mayoría niños y jóvenes, que ahora se encuentran esclavizados y viviendo en situaciones muy precarias, que recurren a “la droga para calmar su hambre o para escapar de la cruel y desesperanzadora realidad que viven”.

cárceles inhumanAs. Dijo que la situación socioeconómica, política y cultural a muchos jóvenes “les impide vivir su vocación a la vida digna”. Sostuvo que la violencia golpea a toda la sociedad, pero principalmente al sector más pobre, producto de grandes injusticias y otros males que durante años se han sembrado en todo el país.

Este contexto conduce a que actualmente desde temprana edad los jóvenes incursionen en la criminalidad y deben cumplir penas en recintos inhumanos carentes de programas de rehabilitación. “Hoy por hoy nuestras cárceles son escuelas para aprender a delinquir”, denunció. Lamentó, la penosa realidad de los niños de las calles expuestos a “grandes riesgos morales y humanos”.

Augura, no obstante, que los jóvenes misioneros se comprometan en acercarse a recuperar los niños y jóvenes que se dedican al vandalismo: “barras bravas, pandillas de violentos, motochorros, descuidistas, peajeros y otros”.

Otro tema es el machismo –dijo– que contrasta con los valores de Jesús. La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua”, postuló. “La Iglesia rechaza la violencia, el homicidio, el feminicidio, la violencia contra la mujer”, remarcó. Destacó que otro aspecto que duele es la violencia y abuso sexual de menores.