En Buenos Aires, el presidente Mauricio Macri tiró la casa por la ventana para organizar un foro al estilo Davos con más de 1.600 hombres de negocios de todo el mundo. El objetivo fue seducirlos con su modelo promercado. “Inviertan, que les damos garantías”, fue la frase más escuchada.
En Brasilia, el nuevo Gobierno del presidente Michel Temer, tras la destitución de Dilma Rousseff, lanzó un plan de concesiones y privatizaciones en transporte, minería, electricidad, puertos y aeropuertos, entre otros sectores.
A Macri y a Temer más que el amor, los une el espanto, como diría el notable escritor argentino Jorge Luis Borges. Los dos necesitan sacar a sus países del pozo en que están hundidos con recesión, caída del consumo y déficit fiscal.
En el mundillo del Foro de Inversiones del monumental Centro Cultural Kirchner (CCK) aún no habían tomado nota del anuncio de Temer. Pero el economista de la consultora Abeceb.com, especializada en la relación argentino- brasileña, Dante Sica, le dijo a la AFP que se van “a disputar los mismos fondos”.
“Claramente hay algún aspecto de sana competencia por capturar fondos. Pero también hay complementariedad en la región”, reflexiona Sica.
Mientras en el CCK, líderes de colosos como Coca Cola o Siemens, se deshacían en elogios a la política aperturista de Macri, en Brasilia se tentaba a inversores con el plan Crecer.
“Vemos con buenos ojos las medidas (de Temer). Van a ser beneficiosas para toda la región. Brasil es nuestro principal socio comercial y tenemos inversiones allí”, comenta a la AFP Luis Cagliari, director de la constructora Royal Sudamérica.
Los argentinos les dijeron a popes de multinacionales que esperan inversiones por más de USD 30.000 millones.
Pero el Mini Davos fue mucho ruido y pocas nueces. La Pan American Silver prometió USD 1.000 millones para explotar un yacimiento de plata en el sur. La alemana Siemens imagina desembolsar 5.000 millones de euros hasta 2020. No hubo muchos números más. La frase más escuchada fue “hay que esperar y ver”.