Por eso, y para que comprendieran bien sus ideas, Jesús acudía con frecuencia a la simiente, a los cultivos, al agua, a la tierra, a los árboles y a las plantas.
Un día, Jesús quiso enseñar que el hombre o mujer que por dentro es malo o mala, naturalmente, produce actos malos. Como que no sabe hacer otra cosa. Y que para cambiar tiene que convertirse. Ser interiormente de otra manera.
Y les habló del árbol dañado por una epidemia que no puede producir frutos sanos. Tal vez cuando hablaba tenía un dátil de una palmera lleno de bichos y gorgojos porque la palmera estaba contagiada. Y se hacía entender mostrándola.
Ayer jueves hablábamos en el artículo de que íbamos hacia un Gobierno planetario. Este Gobierno tiene su ídolo, el dinero, al que sirven y del que se sirven para dominarnos con sus falsos valores de ambición, egoísmo, individualismo, inhumanidad, etc.
Este Gobierno planetario está compuesto de hombres y mujeres que éticamente son como árboles dañados.
Y, atención a lo que digo.
Ellos nos dominan porque para conseguir sus fines materiales no les importa arrasarnos con guerras.
Porque salen de naciones a las que daban trabajo y se van a otras, donde el salario es menor. Y me estoy refiriendo solamente al capítulo USA de este Gobierno planetario porque es el que más conocemos y sufrimos en América Latina.
Ellos nos dominan también contagiándonos con el ídolo dinero. Nos hicieron consumistas. Un vicio muy provechoso, porque ellos son los que fabrican las cosas que consumimos.
Nos da una gran alegría que somos cada día más los que nos comprometemos por un Paraguay nuevo. Pero, cuidado porque la epidemia del ídolo dinero del Gobierno planetario, árbol dañado, nos puede contagiar.